6.2.14

Lo necesitaba.

Desayuna todo lo rápido que puede, coge sus cosas para las clases de hoy y sale por la puerta sin dar tiempo a despedidas. La pareja se queda mirando a Shander, quien se ha quedado tan sorprendidos como ellos. Hace ya un tiempo que suelen ir a clase juntos, así que el muchacho se bebe su desayuno de una y sale a la calle mientras muerde un trozo de bizcocho. Lyenna ha caminado tan rápido que apenas la puede ver ya entre la multitud. Corre con el bolso lleno de pergaminos y llega hasta la chica intentando no atragantarse con lo que le queda de bollo.  

—Lyenna —la chica no contesta y sigue con su paso firme, esquivando a las personas para no chocarse—. ¡Lyenna!

La muchacha gira la cabeza, como si no se hubiera percatado antes de su presencia. Shander no consigue hablar hasta que se han alejado del centro y la gente no lo echa para atrás y se mete entre ellos dos, impidiendo que hablen.

—Lyenna.
—Entre todos me vais a gastar el nombre.
—Bueno, si no me ignoraras no tendría que llamarte.
—¿Qué quieres?
—Saber qué demonios te pasa.
—No me pasa nada.

Shander se queda mirándola, pero ella no hace lo mismo. No le quiere mirar, porque miente muy mal, y si le mira sabrá que está mintiendo. Pero eso él ya lo sabe. Aunque Lyenna no lo quiera, es más fácil de leer que un pergamino abierto de par en par. Suspira, no piensa decirle nada a menos que siga insistiendo (y así solo se puede ganar un insulto). La coge de un brazo con cuidado para no hacerle daño y la detiene a mitad de su camino. Se da cuenta que están apenas a unos metros de la escuela.

—Hasta que no me digas por qué estás así no nos movemos de aquí.
—¿Quieres llegar tarde a clase?
—Siempre llegamos tarde.

Mierda.

—¿Es por lo de la otra noche? Le podrías haber dicho a tu padre que te encontrabas mal y…
—Estoy bien.

Shander le mira serio. No quiere jugar.

—No tienes por qué mentirme.
—Shander, estoy bien —la chica incide en cada palabra—. De verdad.

El chico no está convencido del todo, pero Lyenna sí que lo parece. Si le está mintiendo, es incapaz de saberlo. Lyenna quiere darle las gracias, pero simplemente es incapaz de encontrar las palabras. Y mira que es fácil. Lo siento. Es incapaz de vocalizarlas mientras el muchacho le sigue mirando. Se mueve y sigue su camino hacia la escuela.

—Necesito que me hagas un favor —dice de repente la chica cuando empiezan a subir las escaleras, antes de separarse.
—Claro.

Shander sigue a la chica sin saber muy bien por qué. Pero lo hace. Está seria, tranquila. Lyenna es una chica fuerte, no entiende por qué lo pone en duda. Se detiene en medio de un pasillo, repleto de alumnos que gritan y van corriendo de un lado a otro antes de que empiecen las clases. Shander se da cuenta que hay unas cuantas personas mirándolos y murmurando cosas. El muchacho tiene una leve idea de por qué. Lyenna le entrega su bolsa y le pide que espere ahí. En ese momento puede ver a lo lejos el objetivo de la chica. Joder.

—¡Lyenna!

La chica camina más rápido y se detiene detrás de un grupo de muchachos.  El corro masculino se abre cuando la ven a su lado, como esperando algo. Del grupillo sale el líder. Un muchacho engreído y con los humos muy altos. Humos que Lyenna tiene intención de apagar en ese mismo momento.

—Vaya. Mira a quien tenemos aquí. ¿Al final de quedaste con ganas de más?

Los amigos de Shyron le ríen las gracias. Ni siquiera ha tenido gracia. Pero Lyenna sonrie de repente, de manera irónica. Le mira unos segundos, sin decir nada. El chico se cruza de brazos delante de ella y se acerca más. Le saca casi dos cabezas. Justo cuando Shander llega, el puño helado de Lyenna sale volando y choca contra la cara del muchacho, tirándolo al suelo con un rastro de sangre saliendo por su nariz. Los amigos de Shyron se echan hacia atrás, sin saber qué está pasando. Lyenna pone un pise sobre la entrepierna del chico y hace presión. Se inclina y lo toma por el cuello de la camisa mientras la sangre sigue brotando.

—Como vuelvas a tocarme juro por todos los dioses que te congelaré tus preciadas partes y las reventaré de una patada.

Lyenna suelta al chico y hace que caiga contra el suelo de nuevo. Los amigos de Shyron le ayudan a levantarse mientras se tapa la nariz con las manos, manchándose. El chico le lanza una mirada de odio y Lyenna pisa con fuerza hacia delante, asustándolo. Se queda mirando a su víctima hasta que desaparece del pasillo. Cuando se da la vuelta todo el mundo la mira y se aparta cuando pasa. Shander se ha quedado de piedra. Se acerca al muchacho y toma su bolsa.


—Ahora estoy mucho mejor. 


Este relato sería
una continuación de éste.

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