Estiran de los brazos del chico
hacia atrás y el pelirrojo se retuerce en el suelo, intentando soltarse. No puede,
no hay manera. No sale ni una llama de sus manos, como si hubieran echado un
cubo de agua sobre su fuego interno. Aunque bueno, eso es en gran parte lo que han
hecho, pero tener a alguien más que neutraliza tus poderes y que encima esté
sujetándote, no es demasiado bueno. Cada vez que intenta soltarse recibe otra
patada en la espalda y vuelve a estirar de sus brazos. Shander siente que en
cualquier momento se los van a arrancar y podrán tirarlos al suelo, como simple
basura.
Sin embargo, le da igual quedarse
sin brazos, le da igual que le corten las piernas, que le roben su propio poder
durante unos segundos. Lo único que quiere es que la dejen en paz, que dejen a
Lyenna tranquila.
—¡Parad! —Al mismo tiempo que su
voz le desgarra la garganta, un puñetazo lo hace con la mejilla de la chica.
—¡Que te calles, joder! —Patada
en la cabeza y cara contra el suelo.
—¿Este tío no aprende o qué?
—Déjalo, mejor para nosotros —dice
con un tono divertido mientras le sigue pisando al espalda.
Shander se aguanta la rabia
apretando sus dientes con fuerza, notando como el polvo del suelo entra por su
nariz cada vez que respira. Levanta la vista como puede y lo que ve le es
suficiente para recuperar las fuerzas e incorporarse unos centímetros del
suelo. Su captor parece que le deja. Le deja que sufra por sí mismo.
El hombre eleva a Lyenna en el
aire. La muchacha apenas se resiste, está prácticamente inconsciente. Lo justo
para soltar algún improperio y patalear unos segundos, sin apenas ganas. La suelta
y la chica se desploma en el suelo, incapaz de soportar su propio peso. Se
intenta incorporar varias veces, pero los brazos le tiemblan tanto que se vuelve
a chocar contra el suelo. La sangre no deja de brotar de sus heridas, y cada
vez que las cierra con hielo, el hombre las vuelve a abrir, haciéndolas todavía
más profundas. La boca le sabe tanto a metal que le dan arcadas, cuando intenta
tragar saliva solo traga sangre. Nota algunos de sus dientes a punto de
desprenderse de su boca, y como reciba otro golpe los va a ver salir de su
sitio. Entre mechones de cabello, sangre y algo que podría interpretarse como
sudor, Lyenna observa a Shander a lo lejos. Parece que también se han
entretenido con él a pesar de que ella era el objetivo. El chico mueve sus
labios constantemente, ¿le está llamando? Lyenna no oye nada, solo un zumbido
irritante dentro de su cabeza.
La chica intenta concentrarse en
sus extremidades, les ordena que se muevan, que reaccionen. Lo único que logra
es hacer temblar los dedos de una mano. La otra está totalmente dormida. Alguien
le da la vuelta golpeándole le estómago. Empieza a toser sin parar por culpa de
la sangre, que busca ahogarla a toda costa.
—Podemos estar así todo el día,
guapa.
Se sienta sobre las caderas de
Lyenna y deja caer todo su peso en ella. Toma su cara y le aprieta las mejillas
levemente, obligándole a que le mire. Se agacha y se queda a unos centímetros
del rostro de la chica, que parece más viva que muerta. Quizás se haya pasado
un poco, como se descuide la mata y no le dice lo que necesitan. De fondo sigue
escuchando los lamentos del pelirrojo, pero apenas le hace caso.
—Empecemos otra vez —le da unas
palmadas en las mejillas para que no se quede dormida—. ¿Cómo puedo conseguir
el origen de mi poder?
—No… —La chica habla intentando
no ahogarse con su propia sangre—. No lo sé.
Bofetada.
—¡Para!
El hombre suspira y dirige su
mirada hacia la posición de Shander. De repente, los dos captores del chico se
ponen tensos y vuelven a tirar al chico al suelo para que se calle. Shander no
consigue evitar el grito cuando estiran sus brazos hacia atrás, esta vez a
punto de dislocarle los hombros. En ese instante Lyenna agarra el brazo del
hombre como puede, llamando su atención.
—Veo que los ambos reaccionáis si
el otro recibe daño —el hombre acaricia las mejillas cortadas y sangrientas de
la chica, pasando luego sus dedos por el labio inferior—. Que romántico.
Lyenna desea con todas sus
fuerzas levantarse y desquitarse con su cara, pero no puedo. Ni siquiera tiene
fuerzas para insultarle. Siente que de un momento a otro se va a desmayar, y
teme lo que pueda encontrarse al despertar. Si es que vuelve a
despertar.
El hombre se deshace de la mano
de Lyenna sin apenas darse cuenta y levanta una mano en dirección a sus dos
compañeros. Un cuchillo sale del pantalón de uno de ellos y llega hasta su
mano. Cuando Shander ve el arma, los dos tipos tienen que actuar juntos para
retenerlo. Por un momento el chico nota el fuego dentro de sí, pero se vuelve a
apagar.
—¿Estás seguro? —Pregunta uno de
ellos, temiendo que su jefe se moleste.
—No tienen intención de decirnos
nada.
—Pero, ¿y si saben algo?
—Bueno, si es así —acaricia el
rostro amoratado de la chica con la punta del cuchillo— se lo llevarán a la
tumba.
Coloca el cuchillo justo en el
centro del pecho de Lyenna y empuja hacia abajo.
te odio
ResponderEliminarte odio mucho
te odio mucho
te odio muchisimo
Vas a morir entre amargos sufrimientos. Ya me las pagarás.
¿Cómo me dejas así?
Te odio.