La luna está tan preciosa esta
noche que casi le parece injusto. Pero se lo perdona, porque últimamente ella
es la única acompañante que tiene. Sus ojos no se apartan de ella. Si lo hace
sería como volver al mundo real. Sería como volver a un mundo donde él no
estará nunca más. La luna le ayuda a no pensar en esas cosas. Cuando no está en
el cielo solo esconde su rostro en la almohada y se imagina que es su pecho. Solo
el de él. Porque ningún otro podría ser tan reconfortante. Pero prefiere las
noches que tiene la compañía de la luna, porque no hace nada más que mirarla. A
veces le da la sensación que la luna le sonríe para que se anime, cuando no
está entera. Cuando lo está parece que le hable al corazón. Como lo hacía él.
En el fondo la peor compañía que puede tener es la de la luna. Le recuerda
tanto a él que ni siquiera se da cuenta, porque sus ojos solo la miran hasta
que se vuelve a esconder, y no piensa en nada más. Esta noche las nubes la
cubren de vez en cuando, como si temieran que fuera a pasar frio allí arriba,
tan sola.
Tan sola se siente Lyenna en
estos momentos que puede notar como la temperatura de su cuerpo baja poco a
poco. Como si hubiera perdido algo dentro de ella, alguna parte importante para
el simple hecho vivir. La verdad que le da igual. Lo único que le gustaría en
esos momentos sería subir hacia arriba y abrazarse a la luna con tanta fuerza
que pudiera hacerse uno con ella. Porque la luna le recuerda tanto a él. Creía
que era su amiga, que le ayudaba a olvidarse de las cosas y evadirse del mundo.
Pero la luna es una mentirosa y lo único que está consiguiendo es que el hueco
de su pecho se haga más grande. Estúpida ella que no le puede quitar los ojos
de encima.
—Lyenna.
Pero solo Shander sería capaz de
contrarrestar todo eso y hacer que vuelva a poner los pies en la tierra y deje
de abrazar a la luna con sus ojos. Ni siquiera se había dado cuenta que el
muchacho se había sentado a su lado. No sabe ni cuando ha llegado. Ni cuánto
tiempo lleva ahí. Ni siquiera sabe si hace eso todas las noches que hay luna.
¿Sabrá él lo de la luna? Definitivamente está empezando a desvariar.
Se da cuenta que está llorando. Y
no puede cortar las lágrimas. Pero Shander no le dice nada, no le pregunta por
qué está llorando. No hace falta que lo haga. Cualquier persona en toda la
ciudad sabría la causa de sus lágrimas aun sin conocerla. Se quiere pasar las
manos por los ojos, pero sabe de antemano que lo único que conseguirá será
llorar más. Aunque no quiera, aunque intente pensar que no tiene ganas de
llorar. Que ya no hay nada por lo que llorar. O quizás el problema es que hay
demasiado por lo que hacerlo.
—Es culpa de ella.
La chica mira a la luna con unos
ojos azules totalmente inundados. Parece que esa noche tienen un brillo
distinto por la luz. Aunque curiosamente, a Shander le parecen más apagados que
nunca. Cuando mira a la luna, la ve tan resplandeciente como siempre. Tan
imponente. Parece que les esté vigilando cada noche, como si los estuviera
protegiendo de algo. Pero si realmente fuera así, no pasarían las cosas que
pasan. Porque sigue allí, en lo alto del cielo, como si nada pasara y como si
nada le importara.
—Él me enseñó a mirarla de otra
manera.
Y
ahora solo le veo a él.
Shander no necesita que diga eso
en voz alta, pues solo con tenerla delante le basta para saberlo. Unas veces
tiene la sensación de que puede escuchar a Lyenna pensar (se lo dice tantas
veces que al final se lo acabará creyendo) pero otras veces es tan difícil
descifrarla que acaba desistiendo. Como aquel día en el que quiso estar con
ella, pero Margot le dijo que no, que no era buen momento. ¿Cómo demonios supo
Margot eso? Nunca será un buen momento para que Lyenna hable de lo que ha
pasado. ¿Quién le dice a Shander que ahora puede estar con ella si está
llorando a lágrima viva? Aunque cuando la mira, es como si no supiera que está
llorando, como si no sintiera sus propias lágrimas caer de sus ojos. Como si,
directamente, no sintiera nada.
—¿Puedo preguntarte algo?
Lyenna le mira y le sonríe, con
la sonrisa más triste que ha visto nunca. Una sonrisa que duele con solo
mirarla. En realidad no es una sonrisa, es el llanto de su alma. Pero ambos
hacen como si nada, como si no hubiera nada más escondido tras esa sonrisa.
—Ese día, cuando regresamos,
estabas... —Sí, estaba llorando, no hace falta que se lo recuerdes— ¿cómo
supiste lo que había pasado?
Si, Lyenna lo recuerda. El
momento justo en el que algo dentro de ella se rompió y se perdió para siempre.
Como si una parte de ella se hubiera evaporado de repente y no hubiera podido
hacer nada al respecto. Pero intenta no pensar en eso, porque entonces ese algo se volvería a romper y no podría
aguantarlo. Al menos no por ahora. Pero es algo con lo que tendrá que vivir, y
no puede estar estancada por el resto de su vida. Sabe que no puede. No debe.
No le contesta, simplemente se
encoge de hombros y su sonrisa aumenta, así como la tristeza en ella. No es que
no sepa la respuesta, que sí que la sabe. Pero lo que no quiere es responderle
a él. No sabría explicarlo, y Shander no lo podría entender. O eso cree ella. De
hecho, no es tan difícil de explicar. Fue un sencillo truco que él hizo en su
momento, justo antes de que todo pasara, como si él ya supiera como acabarían
las cosas y como acabaría él. Es justo, en este momento, cuando el rostro de
Lyenna empieza a cambiar de manera tan brusca que Shander no se da cuenta hasta
que escucha como la respiración de Lyenna se vuelve pesada y angustiada. Antes,
sus lágrimas parecían caer sin sentido alguno, simplemente caían. Pero ahora
Lyenna está llorando de verdad, sabe que está llorando y sabe por qué. Aunque
Shander no. Ella se asusta. Él se asusta. Ella parece agobiada. Él la sigue.
—¿Lyenna? —toma su rostro y sus
manos se humedecen— Lyenna, ¿qué pasa?
La chica le mira, pero a la vez
parece que no, como si no estuviera delante de ella. No dice nada, simplemente
su respiración parece más intensa y sus lágrimas caen directamente sobre las
cálidas manos de Shander.
Las
manos de Shander.
Le hacen volver en sí misma y
alejarse de la locura que hay ahora mismo dentro de ella. Las manos de Lyenna
tienen envidia, porque enseguida se mueven y se posan sobre las del muchacho.
Necesita calor, es lo único que la puede mantener alejada todo. Pero no un
calor cualquier, no como el calor que el sol produce todos los días sobre la ciudad,
o el calor que emana la arena del desierto. No, es el calor de Shander. Es ese
calor que, desde hace tiempo, siempre ha estado con ella y siempre ha sabido
como confortarla. No es algo molesto, ni siquiera es algo que caliente. Es algo
muy diferente, como una sensación. O como si fuera la propia aura de Shander y
solo ella fuera capaz de sentirla. Sea lo que sea, le da igual, simplemente le
gusta. Seguramente Shander no sabe que produce algo así sobre la chica,
seguramente no tenga ni idea de que Lyenna le está dando las gracias por estar
ahí para despertarla y alejarla de sí misma.
—Se despidió de mí. —Al principio
no entiende lo que la muchacha está murmurando, parece que habla para sí misma.
Pero es evidente de quién habla—. Se despidió de mí y yo ni siquiera me di
cuenta. Y no le dije nada.
Lyenna no aguanta más y llora con
fuerza. Con tanta, que su garganta parece que se desgarra por un momento y su
llanto es lo único que hay esa noche. Sus manos se aferran con fuerza a las
ropas de Shander y su frente se apoya sobre el pecho del muchacho, que está
totalmente inmóvil, incapaz de moverse por miedo a hacerle más daño del que ya
ha pasado. Lyenna llora, grita, berrea. Y Shander solo escucha. Porque qué más
puede hacer él.
Holap. *-*
ResponderEliminarAquí estoy, después de ni se sabe, como acostumbro a hacer. Pero tú y yo sabemos que tienes un no sé qué, qué sé yo que siempre me hace volver. La verdad es que cuando he empezado a leer esta entrada creía que era un relato aislado, torpe de mí, y la he seguido hasta el final, y después de ese final he ido a leer más sobre Lyenna y Shander, y al final me he picado y he bajado más y más Me encanta como tratas la fragilidad de Lyenna y la calidez de Shander y los contrapones. Me llama mucho la atención como haces uso de la tercera persona para narrar a ambos pero siempre tienes clara la perspectiva (aquí el punto de vista lo tiene Lyenna), pero a veces echo en falta algo de neutralidad. Aunque me gusta mucho así tal cual está, porque si no, quizá no se sentiría esa debilidad que siente Lyenna en este fragmento. Nosé, me gusta mucho, eres una máquina y lo sabes :3
SIMPLEMENTE IMPRESIONANTE
ResponderEliminar*_*
Pobrecito Shander jummm me ha destrozado el corazoncito el final