Lyenna refunfuña en el sofá de su
casa mientras su pie se balancea hacia delante y hacia atrás. Es verdad que
ella muchas veces llega a clase por los pelos, es verdad. Pero que le hagan
esperar a ella es algo que puede con su paciencia. Y Shander está a punto de
hacer que esa paciencia se evapore. Se levanta del sofá pisando con fuerza
sobre el suelo y sube las escaleras. Ni siquiera se detiene a llamar a la
puerta educadamente, la abre de golpe con deseos de gritarle qué demonios está
haciendo para tardar tanto. Pero la habitación está totalmente vacía.
—¿Se ha marchado sin mí? —Murmura
para sus adentros—. Será…
Salta los dos últimos escalones y
se marcha, maldiciendo por no haberla avisado. No es que la haya hecho esperar,
sino que directamente la ha dejado allí plantada. Lyenna tiene claro que en el
entrenamiento de hoy no se va a contener. Que luego no le venga con lamentos.
Las calles están a rebosar de
gente. Desde hace unos meses el comercio de la ciudad ha vuelto a recuperar su
resplandor. No sabe la causa, pero da gusto andar por calles que no están
desiertas. Los mercaderes vienen desde los rincones más apartados del país y
con sus productos más únicos y especiales para sacarse su sustento. La muchacha
saluda a un par de compañeros de la escuela, incluso se toma su tiempo para mirar
algunos puestos de armas. Siempre ha pensado que en un futuro debería usar
armas, a parte de su poder sobre el agua. Nunca viene mal tener algo a mano, la
magia también tiene sus límites. Está claro que aún le falta mucho tiempo para
comprarse algo así.
El bullicio empieza a disminuir
conforme se va alejando del centro. Termina llegando hasta una de las grandes
puertas por donde sale todas las semanas junto con Shander para dirigirse a su
campo de entrenamiento. Antes de salir se cubre la cabeza con un gran pañuelo
de colores vivos y empieza a caminar sobre la arena. Si entrenaran en el
desierto en vez de en el bosque, seguramente Shander siempre tendría ventaja
sobre ella. Aunque él nunca ha propuesto hacerlo en el desierto, ahora que lo
piensa. Cuando está a unos metros de llegar a su destino ve como una sombra
desconocida entra al bosque por otra parte. Un mal presentimiento se apodera de
su cuerpo y acelera el paso hacia el interior.
Cuando entra al bosque una
sensación de frescor y ligereza la recorre de pies a cabeza, como cada vez que
entra. Se quita la mochila y el pañuelo para moverse mejor por el bosque y sin
causar demasiado ruido. Empieza a moverse entre los árboles, casi como si
bailara de lo ágil que parece. Empieza a escuchar voces, y después un grito
ahogado de dolor. Esa voz no es la de Shander, pero desgraciadamente Lyenna
cree reconocerla. Antes de acercarse más posa sus manos sobre un tronco grueso
que hay a su derecha. Sus ojos se cierran con tranquilidad y respira hondo y
profundo. De nuevo esa sensación. Cada vez que usa sus poderes en este bosque
algo dentro de ella fluye. Sus poderes parecen tener más vida que nunca, así
como ella misma. El agua que corre dentro de las raíces la llevan hasta el
lugar donde se está produciendo el enfrentamiento. Si, definitivamente es él. Solo
alguien como Shyron podría destilar algo tan apestoso. Todavía le tiene que dar
las gracias a Margot por enseñarle ese truco.
Vuelve a retomar el paso hasta
que consigue una vista completa de las dos personas que se encuentran en el
pequeño claro. Shander está esquivando los puñetazos del otro chico casi con
gracia. No sabe cómo demonios lo hace, pero Shander siempre parece saber cuáles
van a ser los ataques de su oponente.
“Casi
te puedo escuchar pensar”
No sabe si ese día lo dijo por
decir o si realmente tiene algún truco para saber cómo y cuándo atacará el
enemigo. O quizás simplemente sea una manera de hablar y alardear de que era
mejor que ella. En ese momento una luz brillante se forma en la mano de Shyron
y su espada reluce bajo los rayos que se cuelan entre las copas de los árboles.
Se mueve con rapidez y Shander esta vez tiene que usar el fuego para no salir
mal parado. De repente, el muchacho se ha vuelto más rápido. Es un Eplikisi, su
poder se basa en la invocación de un elemento como medio de lucha y protección.
Pero lo que no sabía es que también ayudara a mejorar sus facultades físicas. Lyenna
lo piensa unos segundos y recuerda que eso también le pasó a ella en uno de los
entrenamientos con Shander. Lo suyo estaba más ligado a sentirse segura con un
arma en la mano, no puede saber si lo de ese tipo es igual o realmente su
espada le hace mejorar.
Sea como fuere, parece que
Shander está empezando a tener problemas. Cuando la chica se quiere dar cuenta,
el pelirrojo está tirado en el suelo con un corte en el brazo. Shyron parece
farfullar algo por ese agujero que tiene por boca, e incluso sin escucharle hablar,
a Lyenna se le hierve la sangre. Lyenna chasquea la lengua. Y pensar que ha
sido reclutado para la guardia real. No sabe que han visto en ese inútil, pero
no es bueno tomárselo a la ligera. Hace girar su espada en una mano, como si
fuera un juguete. Shander tiene que dar un salto hacia la derecha cuando la
espada sale disparada hacia él. Shyron extiende su mano hacia delante y el arma
sale hacia su dueño. Lyenna no da crédito ante lo que acaba de ver. ¿Desde cuándo
eso es posible? Además, se ha tenido que perder el momento en el que Shander
decidió no atacar a ese capullo. No entiende qué hace quieto. Da igual, ya ha
tenido suficiente. Consigue llegar a tiempo y detiene la espada de Shyron antes
de chocar contra el pelirrojo.
—Vaya, vaya —parece relamerse
mientras recupera su arma— si ya está aquí el equipo de rescate.
La cara de Lyenna parece de todo
menos amistosa. Blande su tridente con fuerza, sin apartar la vista ni de
Shyron ni de su querida espada. El muchacho mueve el arma entre sus dedos, como
si fuera una extensión más de su cuerpo. Sabe lo que siente. Ella hace lo mismo
cuando usa sus armas, como si fueran parte de su propia alma (que en parte en
así).
—Era mucho esperar —comienza
diciendo Lyenna con tono despreocupado— que tuvieras algo más que hacer además
de molestar a la gente.
Shyron se ríe con tanta fuerza
que a Lyenna le dan escalofríos.
—¿No tuviste suficiente con el
puñetazo que te di?
—Nunca tendría suficiente de ti,
Lyenna
A la chica casi le dan ganas de
vomitar. El desprecio que siente Lyenna por Shyron es casi igual de grande que
la obsesión que tiene el muchacho por ella. Solo es un maldito niño mimado que
cree que puede tener todo lo que desea. Pero parece que Shyron no quiere ver
que ella jamás formaría parte de sus juegos. Precisamente por eso insiste
tanto. Y ahora que Shander está en medio, es todo mucho más divertido. Herir al
héroe para conseguir a la chica. Demasiado divertido como para no jugar. Shander se incorpora del suelo mientras tapa
la herida del brazo con una mano.
—Supongo que deberemos aprovechar
la ocasión.
Shyron está desconcertado por las
palabras del muchacho. Odio no entender las cosas, y más si él tiene que ver
algo. Se da cuenta que Lyenna tiene una sonrisa de medio lado en su rostro. Parece
divertida. No entiende la razón, pero le gusta esa mirada en los ojos de la
chica. Parece que de repente se han encendido de poder. Shyron ni siquiera la
ve venir cuando el tridente está a punto de rasgarle el pecho. Consigue
esquivarla de milagro, se ha llevado algo de tela de su ropa. La chica
retrocede unos pasos y se pone a la defensiva. Es evidente que han tenido una
especie de entrenamiento. No recuerda que la morena se moviera de esa manera.
Ni siquiera recuerda que supiera pelear.
—Esto va a ser más divertido de
lo que esperaba.
La muchacha no espera más y se
vuelve a dirigir hacia el chico. Mueve el tridente de manera horizontal,
consiguiendo que Shyron choque su espada y lo parta en dos. Por unos momentos
se cree vencedor, pero parece haber obviado el detalle de que el agua no se
destruye. Escucha a Lyenna reír por lo bajo. El tridente partido de repente se
convierte en dos espadas, una en cada mano de la chica.
—Que haya aumentado el número de
armas no quiere decir que lo haya hecho tu capacidad —se aleja de ella y se
pone a la defensiva.
—Sí, tienes razón —afirma sin más
contemplaciones —de hecho es la primera vez que uso dos espadas.
—No pareces muy preocupada.
—Claro que no —empieza a mover
las espadas en sus manos casi con más habilidad que él—. Al fin y al cabo, esto
es solo un entrenamiento.
Lyenna puede ver como ese
comentario último no le ha hecho ninguna gracia, y le encanta. Shander, a su
espalda, está bastante sorprendido de la actitud que está teniendo la chica en
la pelea. Está tan relajada y confiada que casi no parece ella. En los
entrenamientos no suele estar así. Cuando entrenan, la chica es demasiado
rígida, no deja que su cuerpo se mueva con libertad. Piensa demasiado las cosas
y eso la delata cuando va a atacar. Además, tiene la mala costumbre de mirar el
sitio al que pretende atacar, por eso es tan fácil verla venir. Sin embargo,
Shyron está teniendo problemas con ella. Es cierto que es la primera vez que
usa dos armas, y a pesar de ello, es muy buena. No recuerda que fuera
ambidiestra. No puede evitar sonreír. Parece que los entrenamientos han dado
muy buenos frutos.
Shyron dejó de pelar bien en el
preciso momento en el que su rabia empezó a controlar sus movimientos. Se mueve
de manera demasiado bruta. Sería fácil de esquivar hasta para un ciego. Lyenna
le propina un codazo en la mandíbula y lo tira al suelo. Ambas espadas
desaparecen y toman su forma de tridente. Shander casi podría afirmar que sus
puntas están mucho más afiladas. La chica le apunta al cuello y le mira
directamente a los ojos, con esa intensidad que solo ella es capaz de emanar. Puede
que Shyron haya sido reclutado para formar parte de la guardia real, pero
Lyenna es Lyenna. El pelirrojo teme que en cualquier momento los entrenamientos
se volverán demasiado duros para él. La chica se pone de cuclillas y se acerca
a Shyron.
—Gracias por el entretenimiento.
Le da la espalda y empieza a
caminar hacia Shander. El pelirrojo parece casi más emocionado que ella misma.
Lyenna intenta ocultar la emoción del momento, pero su rostro se ve inundado
por una sonrisa de oreja a oreja. En ese instante todo ocurre tan deprisa que
los ojos de Shander tardan en acomodarse a la escena unos segundos. Solo hasta
que Lyenna es la reacciona. La chica detiene sus pasos, y su sonrisa se ha
borrado gradualmente de su rostro. El pelirrojo no entiende lo que pasa, hasta
que ve a Shyron tirado en el suelo, sin su espada a mano. Mira a la chica, pero
no ve nada. Hasta que ésta se gira y ve la espada clavada en su espalda. Lyenna
mira la espada, como si nada, como si no notara el dolor. Pero Shander se da
cuenta que no hay sangre por ningún lado. No sabe qué sentir o qué pensar. Lyenna
se da la vuelta por completo, y ve que la espada está simplemente clavada en un
trozo de hielo en su espalda. Por un momento se queda sin respiración de la impresión.
Lyenna toma la espada como si nada ante la perpleja mirada de Shyron. El
muchacho extiende su mano para que la espada vuelva a él, pero Lyenna la sujeta
con fuerza. El arma empieza a recubrirse de hielo, lentamente, para que Shyron
no se pierda ningún detalle. El trozo de hielo queda clavado en el suelo y sin
más, explota. Su espada es ahora trozos de hielo que se evaporan.
—Veo que en la guardia real no os
enseñan a saber perder. Aunque tú siempre has sido así.
Shyron está conteniendo tanta
rabia dentro de su cuerpo que parece que de un momento a otro la cabeza le vaya
a estallar. Lyenna no le aparta la mirada hasta que se levanta, con todo su
orgullo pisoteado y esparcido como si fuera barro, y se marcha. Suspira con
fuerza y estira sus extremidades. Shander sigue sin creer que esté tan
tranquila.
—¿Estás bien?
—Sí, solo es un corte.
—¿Por qué no le atacaste?
—Quería dejarte el entrenamiento
a ti.
Lyenna eleva una ceja y se cruza
de brazos, esperando la verdad. O una mentira más creíble.
—Quédate aquí. Voy a por mis
cosas.
La chica no parece tener ganas de
escuchar su respuesta y se marcha por donde vino. A pesar de que todo ha
pasado, los músculos de Shander están todavía en tensión. No sabe por qué es, pero
tiene una vaga idea de que sea causado por el corte de su brazo. A pesar de que
solo es superficial la sangre no para de salir y escuece demasiado. Está claro
que esa espada no es normal. Toca la herida, pero no nota ningún tipo de
sensación extraña, y tampoco parece que haya usado ningún tipo de veneno.
Le limpia la sangre con cuidado y
después la herida, notando los quejidos ahogados del muchacho. Le ata una venda
al brazo con cierta fuerza y da por terminada su cura.
—Lo siento, mis conocimientos de
medicina son bastante nulos.
—Menos mal, creía que me ibas a
coser aquí mismo.
Lyenna no consigue controlar la
pequeña sonrisa de su rostro. Odia que le saque sonrisas con tanta facilidad,
si solo dice tonterías. Vuelve a guardar su pequeño botiquín en la mochila
mientras Shander parece comprobar la fuerza de sus músculos cerrando y abriendo
el puño.
—Has peleado muy bien, casi no
parecías tú.
—¿Qué se supone que significa
eso? —Siempre buscando segundas intenciones donde no las hay.
—Significa que le has pateado el
culo a un miembro de la guardia real.
—Creo que he tenido suerte. Tenía
entendido que Shyron era mejor que eso.
—Tu belleza lo habrá deslumbrado.
—Eso habrá sido.
Lyenna le da la espalda. Sabe que
ese tipo de comentarios no le gustan. La ponen nerviosa. Permanecen en silencio
unos largos minutos, pero que para ninguno de los dos son tan largos.
—¿Te diste cuenta —es Lyenna la
que decide romper el silencio— que se volvió más rápido al invocar la espada?
—Si. Creo que algunos Eplikisi
tienen esa habilidad si sus invocaciones son armas. Aunque también depende del
tipo de arma.
—No lo sabía.
—A ti también te pasa lo mismo, aunque
es diferente.
Shander espera una pregunta más
por parte de la chica, pero parece que ella ya sabía la respuesta antes de empezar
la conversación.
—Hay algo que no entiendo.
Lyenna levanta la mirada del
suelo y deja de arrancar hierba. Si Margot la viera.
—La Lyenna con la que entrené
ayer no era la misma que he visto antes.
—¿Qué quieres decir?
—Que es imposible que hayas
mejorado de repente.
—Será que mi belleza te ha
deslumbrado.
Shander no dice nada más.
Creo que los comentarios como "la belleza te ha deslumbrado" son las mejores cosas de la historia.
ResponderEliminarNo, la verdad es que no, me encanta como relatas en tercera persona de presente tan bien. Creo que es la primera vez que lo leo escrito con tanta gracia como lo haces tu :)
¡Y santo susto me diste con la espada! Por un segundo creí que matarías a Lyenna, suerte que no fue así.
Me gusta el rumbo que toman los acontecimientos pero a mi me faltan muchas respuestas todavía. Espero que las des más adelante :)
Un besín ^^
Muchas gracias Gema :33 Me animas mucho con tus comentarios, de verdad jajajja. Y si quieres leer algo más de ellos tan solo pulsa en las etiquetas con sus nombres. AUN QUEDAN MUCHAS COSAS POR CONTAR DE ESTOS DOS, JOJOJOJO
EliminarTambién hay relatos desde el punto de vista de Shander (?)
EliminarEs en mi blog (?)
Ya me pondré a leer jaja Ahora ando peleandome con otras muchas cosas, pero me pongo a ello cuanto antes :)
EliminarLuthier, llevo media hora intentando seguirte en blogger pero google no me quiere y no me deja. Imaginate una seguidora más y ya me pondré al día también con tus relatos :)