23.3.14

Será eso.

Lyenna refunfuña en el sofá de su casa mientras su pie se balancea hacia delante y hacia atrás. Es verdad que ella muchas veces llega a clase por los pelos, es verdad. Pero que le hagan esperar a ella es algo que puede con su paciencia. Y Shander está a punto de hacer que esa paciencia se evapore. Se levanta del sofá pisando con fuerza sobre el suelo y sube las escaleras. Ni siquiera se detiene a llamar a la puerta educadamente, la abre de golpe con deseos de gritarle qué demonios está haciendo para tardar tanto. Pero la habitación está totalmente vacía.

—¿Se ha marchado sin mí? —Murmura para sus adentros—. Será…

Salta los dos últimos escalones y se marcha, maldiciendo por no haberla avisado. No es que la haya hecho esperar, sino que directamente la ha dejado allí plantada. Lyenna tiene claro que en el entrenamiento de hoy no se va a contener. Que luego no le venga con lamentos.
Las calles están a rebosar de gente. Desde hace unos meses el comercio de la ciudad ha vuelto a recuperar su resplandor. No sabe la causa, pero da gusto andar por calles que no están desiertas. Los mercaderes vienen desde los rincones más apartados del país y con sus productos más únicos y especiales para sacarse su sustento. La muchacha saluda a un par de compañeros de la escuela, incluso se toma su tiempo para mirar algunos puestos de armas. Siempre ha pensado que en un futuro debería usar armas, a parte de su poder sobre el agua. Nunca viene mal tener algo a mano, la magia también tiene sus límites. Está claro que aún le falta mucho tiempo para comprarse algo así.
El bullicio empieza a disminuir conforme se va alejando del centro. Termina llegando hasta una de las grandes puertas por donde sale todas las semanas junto con Shander para dirigirse a su campo de entrenamiento. Antes de salir se cubre la cabeza con un gran pañuelo de colores vivos y empieza a caminar sobre la arena. Si entrenaran en el desierto en vez de en el bosque, seguramente Shander siempre tendría ventaja sobre ella. Aunque él nunca ha propuesto hacerlo en el desierto, ahora que lo piensa. Cuando está a unos metros de llegar a su destino ve como una sombra desconocida entra al bosque por otra parte. Un mal presentimiento se apodera de su cuerpo y acelera el paso hacia el interior.
Cuando entra al bosque una sensación de frescor y ligereza la recorre de pies a cabeza, como cada vez que entra. Se quita la mochila y el pañuelo para moverse mejor por el bosque y sin causar demasiado ruido. Empieza a moverse entre los árboles, casi como si bailara de lo ágil que parece. Empieza a escuchar voces, y después un grito ahogado de dolor. Esa voz no es la de Shander, pero desgraciadamente Lyenna cree reconocerla. Antes de acercarse más posa sus manos sobre un tronco grueso que hay a su derecha. Sus ojos se cierran con tranquilidad y respira hondo y profundo. De nuevo esa sensación. Cada vez que usa sus poderes en este bosque algo dentro de ella fluye. Sus poderes parecen tener más vida que nunca, así como ella misma. El agua que corre dentro de las raíces la llevan hasta el lugar donde se está produciendo el enfrentamiento. Si, definitivamente es él. Solo alguien como Shyron podría destilar algo tan apestoso. Todavía le tiene que dar las gracias a Margot por enseñarle ese truco.
Vuelve a retomar el paso hasta que consigue una vista completa de las dos personas que se encuentran en el pequeño claro. Shander está esquivando los puñetazos del otro chico casi con gracia. No sabe cómo demonios lo hace, pero Shander siempre parece saber cuáles van a ser los ataques de su oponente.

“Casi te puedo escuchar pensar”

No sabe si ese día lo dijo por decir o si realmente tiene algún truco para saber cómo y cuándo atacará el enemigo. O quizás simplemente sea una manera de hablar y alardear de que era mejor que ella. En ese momento una luz brillante se forma en la mano de Shyron y su espada reluce bajo los rayos que se cuelan entre las copas de los árboles. Se mueve con rapidez y Shander esta vez tiene que usar el fuego para no salir mal parado. De repente, el muchacho se ha vuelto más rápido. Es un Eplikisi, su poder se basa en la invocación de un elemento como medio de lucha y protección. Pero lo que no sabía es que también ayudara a mejorar sus facultades físicas. Lyenna lo piensa unos segundos y recuerda que eso también le pasó a ella en uno de los entrenamientos con Shander. Lo suyo estaba más ligado a sentirse segura con un arma en la mano, no puede saber si lo de ese tipo es igual o realmente su espada le hace mejorar.
Sea como fuere, parece que Shander está empezando a tener problemas. Cuando la chica se quiere dar cuenta, el pelirrojo está tirado en el suelo con un corte en el brazo. Shyron parece farfullar algo por ese agujero que tiene por boca, e incluso sin escucharle hablar, a Lyenna se le hierve la sangre. Lyenna chasquea la lengua. Y pensar que ha sido reclutado para la guardia real. No sabe que han visto en ese inútil, pero no es bueno tomárselo a la ligera. Hace girar su espada en una mano, como si fuera un juguete. Shander tiene que dar un salto hacia la derecha cuando la espada sale disparada hacia él. Shyron extiende su mano hacia delante y el arma sale hacia su dueño. Lyenna no da crédito ante lo que acaba de ver. ¿Desde cuándo eso es posible? Además, se ha tenido que perder el momento en el que Shander decidió no atacar a ese capullo. No entiende qué hace quieto. Da igual, ya ha tenido suficiente. Consigue llegar a tiempo y detiene la espada de Shyron antes de chocar contra el pelirrojo.

—Vaya, vaya —parece relamerse mientras recupera su arma— si ya está aquí el equipo de rescate.

La cara de Lyenna parece de todo menos amistosa. Blande su tridente con fuerza, sin apartar la vista ni de Shyron ni de su querida espada. El muchacho mueve el arma entre sus dedos, como si fuera una extensión más de su cuerpo. Sabe lo que siente. Ella hace lo mismo cuando usa sus armas, como si fueran parte de su propia alma (que en parte en así).

—Era mucho esperar —comienza diciendo Lyenna con tono despreocupado— que tuvieras algo más que hacer además de molestar a la gente.

Shyron se ríe con tanta fuerza que a Lyenna le dan escalofríos.

—¿No tuviste suficiente con el puñetazo que te di?
—Nunca tendría suficiente de ti, Lyenna

A la chica casi le dan ganas de vomitar. El desprecio que siente Lyenna por Shyron es casi igual de grande que la obsesión que tiene el muchacho por ella. Solo es un maldito niño mimado que cree que puede tener todo lo que desea. Pero parece que Shyron no quiere ver que ella jamás formaría parte de sus juegos. Precisamente por eso insiste tanto. Y ahora que Shander está en medio, es todo mucho más divertido. Herir al héroe para conseguir a la chica. Demasiado divertido como para no jugar.  Shander se incorpora del suelo mientras tapa la herida del brazo con una mano.

—Supongo que deberemos aprovechar la ocasión.

Shyron está desconcertado por las palabras del muchacho. Odio no entender las cosas, y más si él tiene que ver algo. Se da cuenta que Lyenna tiene una sonrisa de medio lado en su rostro. Parece divertida. No entiende la razón, pero le gusta esa mirada en los ojos de la chica. Parece que de repente se han encendido de poder. Shyron ni siquiera la ve venir cuando el tridente está a punto de rasgarle el pecho. Consigue esquivarla de milagro, se ha llevado algo de tela de su ropa. La chica retrocede unos pasos y se pone a la defensiva. Es evidente que han tenido una especie de entrenamiento. No recuerda que la morena se moviera de esa manera. Ni siquiera recuerda que supiera pelear.

—Esto va a ser más divertido de lo que esperaba.  

La muchacha no espera más y se vuelve a dirigir hacia el chico. Mueve el tridente de manera horizontal, consiguiendo que Shyron choque su espada y lo parta en dos. Por unos momentos se cree vencedor, pero parece haber obviado el detalle de que el agua no se destruye. Escucha a Lyenna reír por lo bajo. El tridente partido de repente se convierte en dos espadas, una en cada mano de la chica.

—Que haya aumentado el número de armas no quiere decir que lo haya hecho tu capacidad —se aleja de ella y se pone a la defensiva.
—Sí, tienes razón —afirma sin más contemplaciones —de hecho es la primera vez que uso dos espadas.
—No pareces muy preocupada.
—Claro que no —empieza a mover las espadas en sus manos casi con más habilidad que él—. Al fin y al cabo, esto es solo un entrenamiento.

Lyenna puede ver como ese comentario último no le ha hecho ninguna gracia, y le encanta. Shander, a su espalda, está bastante sorprendido de la actitud que está teniendo la chica en la pelea. Está tan relajada y confiada que casi no parece ella. En los entrenamientos no suele estar así. Cuando entrenan, la chica es demasiado rígida, no deja que su cuerpo se mueva con libertad. Piensa demasiado las cosas y eso la delata cuando va a atacar. Además, tiene la mala costumbre de mirar el sitio al que pretende atacar, por eso es tan fácil verla venir. Sin embargo, Shyron está teniendo problemas con ella. Es cierto que es la primera vez que usa dos armas, y a pesar de ello, es muy buena. No recuerda que fuera ambidiestra. No puede evitar sonreír. Parece que los entrenamientos han dado muy buenos frutos.
Shyron dejó de pelar bien en el preciso momento en el que su rabia empezó a controlar sus movimientos. Se mueve de manera demasiado bruta. Sería fácil de esquivar hasta para un ciego. Lyenna le propina un codazo en la mandíbula y lo tira al suelo. Ambas espadas desaparecen y toman su forma de tridente. Shander casi podría afirmar que sus puntas están mucho más afiladas. La chica le apunta al cuello y le mira directamente a los ojos, con esa intensidad que solo ella es capaz de emanar. Puede que Shyron haya sido reclutado para formar parte de la guardia real, pero Lyenna es Lyenna. El pelirrojo teme que en cualquier momento los entrenamientos se volverán demasiado duros para él. La chica se pone de cuclillas y se acerca a Shyron.

—Gracias por el entretenimiento.

Le da la espalda y empieza a caminar hacia Shander. El pelirrojo parece casi más emocionado que ella misma. Lyenna intenta ocultar la emoción del momento, pero su rostro se ve inundado por una sonrisa de oreja a oreja. En ese instante todo ocurre tan deprisa que los ojos de Shander tardan en acomodarse a la escena unos segundos. Solo hasta que Lyenna es la reacciona. La chica detiene sus pasos, y su sonrisa se ha borrado gradualmente de su rostro. El pelirrojo no entiende lo que pasa, hasta que ve a Shyron tirado en el suelo, sin su espada a mano. Mira a la chica, pero no ve nada. Hasta que ésta se gira y ve la espada clavada en su espalda. Lyenna mira la espada, como si nada, como si no notara el dolor. Pero Shander se da cuenta que no hay sangre por ningún lado. No sabe qué sentir o qué pensar. Lyenna se da la vuelta por completo, y ve que la espada está simplemente clavada en un trozo de hielo en su espalda. Por un momento se queda sin respiración de la impresión. Lyenna toma la espada como si nada ante la perpleja mirada de Shyron. El muchacho extiende su mano para que la espada vuelva a él, pero Lyenna la sujeta con fuerza. El arma empieza a recubrirse de hielo, lentamente, para que Shyron no se pierda ningún detalle. El trozo de hielo queda clavado en el suelo y sin más, explota. Su espada es ahora trozos de hielo que se evaporan.

—Veo que en la guardia real no os enseñan a saber perder. Aunque tú siempre has sido así.

Shyron está conteniendo tanta rabia dentro de su cuerpo que parece que de un momento a otro la cabeza le vaya a estallar. Lyenna no le aparta la mirada hasta que se levanta, con todo su orgullo pisoteado y esparcido como si fuera barro, y se marcha. Suspira con fuerza y estira sus extremidades. Shander sigue sin creer que esté tan tranquila.

—¿Estás bien?
—Sí, solo es un corte.
—¿Por qué no le atacaste?
—Quería dejarte el entrenamiento a ti.

Lyenna eleva una ceja y se cruza de brazos, esperando la verdad. O una mentira más creíble.

—Quédate aquí. Voy a por mis cosas.

La chica no parece tener ganas de escuchar su respuesta y se marcha por donde vino. A pesar de que todo ha pasado, los músculos de Shander están todavía en tensión. No sabe por qué es, pero tiene una vaga idea de que sea causado por el corte de su brazo. A pesar de que solo es superficial la sangre no para de salir y escuece demasiado. Está claro que esa espada no es normal. Toca la herida, pero no nota ningún tipo de sensación extraña, y tampoco parece que haya usado ningún tipo de veneno.
Le limpia la sangre con cuidado y después la herida, notando los quejidos ahogados del muchacho. Le ata una venda al brazo con cierta fuerza y da por terminada su cura.

—Lo siento, mis conocimientos de medicina son bastante nulos.
—Menos mal, creía que me ibas a coser aquí mismo.

Lyenna no consigue controlar la pequeña sonrisa de su rostro. Odia que le saque sonrisas con tanta facilidad, si solo dice tonterías. Vuelve a guardar su pequeño botiquín en la mochila mientras Shander parece comprobar la fuerza de sus músculos cerrando y abriendo el puño.

—Has peleado muy bien, casi no parecías tú.
—¿Qué se supone que significa eso? —Siempre buscando segundas intenciones donde no las hay.
—Significa que le has pateado el culo a un miembro de la guardia real.
—Creo que he tenido suerte. Tenía entendido que Shyron era mejor que eso.  
—Tu belleza lo habrá deslumbrado.
—Eso habrá sido.  

Lyenna le da la espalda. Sabe que ese tipo de comentarios no le gustan. La ponen nerviosa. Permanecen en silencio unos largos minutos, pero que para ninguno de los dos son tan largos.

—¿Te diste cuenta —es Lyenna la que decide romper el silencio— que se volvió más rápido al invocar la espada?
—Si. Creo que algunos Eplikisi tienen esa habilidad si sus invocaciones son armas. Aunque también depende del tipo de arma.
—No lo sabía.
—A ti también te pasa lo mismo, aunque es diferente.

Shander espera una pregunta más por parte de la chica, pero parece que ella ya sabía la respuesta antes de empezar la conversación.

—Hay algo que no entiendo.

Lyenna levanta la mirada del suelo y deja de arrancar hierba. Si Margot la viera.  

—La Lyenna con la que entrené ayer no era la misma que he visto antes.
—¿Qué quieres decir?
—Que es imposible que hayas mejorado de repente.
—Será que mi belleza te ha deslumbrado.

Shander no dice nada más. 

4 comentarios:

  1. Creo que los comentarios como "la belleza te ha deslumbrado" son las mejores cosas de la historia.
    No, la verdad es que no, me encanta como relatas en tercera persona de presente tan bien. Creo que es la primera vez que lo leo escrito con tanta gracia como lo haces tu :)
    ¡Y santo susto me diste con la espada! Por un segundo creí que matarías a Lyenna, suerte que no fue así.
    Me gusta el rumbo que toman los acontecimientos pero a mi me faltan muchas respuestas todavía. Espero que las des más adelante :)
    Un besín ^^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Gema :33 Me animas mucho con tus comentarios, de verdad jajajja. Y si quieres leer algo más de ellos tan solo pulsa en las etiquetas con sus nombres. AUN QUEDAN MUCHAS COSAS POR CONTAR DE ESTOS DOS, JOJOJOJO

      Eliminar
    2. También hay relatos desde el punto de vista de Shander (?)

      Es en mi blog (?)

      Eliminar
    3. Ya me pondré a leer jaja Ahora ando peleandome con otras muchas cosas, pero me pongo a ello cuanto antes :)
      Luthier, llevo media hora intentando seguirte en blogger pero google no me quiere y no me deja. Imaginate una seguidora más y ya me pondré al día también con tus relatos :)

      Eliminar