19.3.14

Te ladro y te muerdo.

Detiene su carrera, apoyándose en un árbol para poder recuperar el aliento, aunque solo sea un poco. El pecho le sube y le baja con fiereza, la garganta le arde y el corazón empuja con fuerza para poder escaparse de entre sus costillas. El aire entra y sale a sus anchas por su boca. Intenta tranquilizarse, intenta respirar por la nariz, pero es imposible. Se ahoga y es peor.

—Te oigo respirar —canturrea Shander.

Decide moverse de su posición, pero cuando gira el árbol, el muchacho le está esperando con una sonrisa de medio lado. Se miran durante unos intensos segundos y Lyenna decide atacar primero. Su mano se dirige hacia el rostro del muchacho, pero le detiene la mano igual que si estuviera espantando un insecto. Eleva la pierna derecha hacia el costado de Shander, pero da un pequeño salto hacia atrás y lo vuelve a esquivar.

—Eres muy predecible.
—Cállate —gruñe como un animal furioso.
—Casi te puedo escuchar pensar. 

Su puño, recubierto por una capa brillante de hielo, toma rumbo al rostro del muchacho. Pero nada, no hay manera. Le detiene el golpe con una mano bañada en fuego y nota como el calor provocar grietas en su puño. Pero Lyenna no se aparta. Continúa creando capas de hielo en su puño. Capa que derrite Shander, capa que recompone ella. Lyenna aprieta los dientes con fuerza y consigue que el chico empiece a caminar hacia atrás. Entre las miradas de ambos se empieza a crear un velo de humo que dificulta la visibilidad cada vez más. De repente, Lyenna desaparece. El muchacho se da cuenta que lo ha estado haciendo a propósito. Sonríe divertido y se concentra en cualquier ruido. Su cuerpo gira sobre el suelo con rapidez, antes de que un algo le golpee. Las piedras del suelo se han movido de su sitio y hay un agujero profundo. Shander suspira. Si le hubiera dado ahora mismo estaría en problema. Pero sigue siendo demasiado predecible. Cuando el humo y el polvo se disipan ve a Lyenna delante de él, sujetando un tridente de agua. Sus puntas son de hielo y brillan con la luz del sol.

—Me preguntaba cuando ibas a tardar en empezar a crear armas.
—Me gusta más pegarte con mis propios puños.
—Bueno —empieza diciendo mientras se quita el polvo de los pantalones —de momento creo que eso no ha sido posible.

Escucha como chasquea la lengua. Solo cuando pelean así, él es el que siempre sale ganando. En las otras peleas es Lyenna la que le deja arrastrándose por el suelo pidiendo clemencia. Al menos se está ganando un poco de su respeto. Aunque solo sea un poco. La muchacha hace girar el tridente en su mano, casi parece que el arma flote. Es curioso como aumenta su nivel cuando tiene una simple arma entre sus manos. Como si se sintiera más segura. O puede que sea porque le da miedo golpear a alguien con sus propias manos. Todavía recuerda el rostro que se le quedó cuando hirió a aquella muchacha. Era como si ni siquiera supiera que era capaz de hacer eso.

—Creo que deberíamos dejarlo por hoy.
—¿Ahora que empezaba lo bueno?
—Lyenna, ni siquiera me has…

Antes de terminar la frase la muchacha corre hacia él con el tridente apuntándole. De repente, Lyenna parece haberse convertido en otra persona. Sus movimientos son confiados y fuertes. Pero siguen siendo predecibles. Piensa demasiado. Su cara es un libro abierto que dice “voy a golpearle por este lado”. No le culpa. Cuando llegó a la escuela pudo comprobar que apenas les estaban enseñando a pelear, más bien a defenderse. A huir.  Lyenna no parece de los que huyan. En ese momento, una de las puntas del tridente hace una herida vertical en su mejilla.

—No me vales si te distraes.

Ambos se sonríen mientras toman aliento. Le gusta las ganas que tiene la muchacha de aprender. O puede que en realidad solo sea una excusa para pegarle. Aun así. A Aryon no le gusta hacer este tipo de cosas. Es demasiado vago. Si por él fuera estaría todo el día flotando con tal de no andar. Además, también le sirve de entrenamiento. Hasta el día que comenzaron Shander nunca antes había peleado con un Aqua y esta era una ocasión única como para decirle que no. Aunque la muchacha tiene muy pocas tablas, avanza a gran velocidad. El primer día incluso parecía que le tenía miedo a su poder. En uno de sus parpadeos, el tridente desaparece y una masa de agua se dirige con cierta velocidad hacia él. La esquiva dando un pequeño salto hacia arriba y agarrándose a unas ramas. Se sienta de manera despreocupada.
—Te veo muy cómodo.

Es la mirada de Lyenna la que le avisa del ataque. Gira la cabeza hacia atrás y vuelve a ver el agua moverse hacia él. Hace una hora no sabía hacer eso. Se deja caer sobre el suelo de nuevo. Apenas tiene tiempo de reaccionar. Sus manos se mueven de manera inconsciente y se pone delante de su rostro antes de recibir el puñetazo de la chica. Los puños de Lyenna empiezan a hacer una especie de baile donde la pista es su cara. De repente, la muchacha se mueve hacia abajo y su pierna derecha pasa por debajo de sus pies.
Cuando el sol empieza a querer esconderse una luz cálida entra a través de las hojas del bosque y alumbra a dos jóvenes, sentados sobre gruesas raíces que sobresalen del suelo.

—No entiendo cómo lo haces.
—¿El qué? —pregunta Lyenna con la boca llena.
—Aprender tan rápido.
—Estaba siendo buena contigo.
—¿Me estabas dejando ganar? —le pregunta divertido, enarcando una ceja.
—Obviamente.
—Entonces para la próxima vez tendré que ser más duro.
—Más te vale.

Lyenna se termina de beber su zumo y se deja apoyar sobre el tronco de un árbol. Suspira con fuerza mientras estira sus brazos hacia arriba. Ha sido un buen día. Productivo. No sabe por qué, pero ahora nota como su poder fluye por sus venas, como si todo ese tiempo hubiera estado muerto. Llevan un par de semanas con el entrenamiento y Lyenna se siente mejor que nunca. Como si nada ni nadie pudieran hacerle nada. Está más viva que nunca.

—Podrías invitar a Aryon algún día.
—Me parece que a alguien se le está subiendo el poder a la cabeza.
—No, idiota —Shander sonríe—. Cuantos más seamos mejor.
—Dudo que quiera venir. Prefiere quedarse tirado en su cama leyendo.
—Margot tampoco querría venir...
—¿Y ver como sufre su pobre bosque?

Ambos muchachos empiezan a reírse. La brisa del desierto agita las copas de los árboles y por un momento, Lyenna tiene la sensación de que algo en el bosque está realmente vivo. Al final Margot tendrá razón. Toda las raíces con sus manos y puede notar el agua fluir por ellas, corriendo de un lado a otro y dando vida a las plantas. Desde el mismo instante en el que puso un pie allí notó que había algo extraño. Incluso el aire es diferente. Quizás sea ese lugar. Quizás también sea mágico, como ellos.

—¿Recuerdas el día que me peleé con esa chica en la escuela?

Shander la mira sorprendido mientras termina de comerse su cena. No dice nada. Claro que lo recuerda. Y también cómo le tuvo que curar y como tuvo que tocar sus heridas. Y sus ojos, o más bien lo que reflejaban.

—Creo que ya sé por qué estaba tan asustada —Shander escucha atento. No quiere estropear esa oportunidad—. Al principio pensé que era porque le había hecho daño. Por lo que era capaz de hacer —hace una pausa. Parece tan metida en sus propios pensamientos. A lo mejor ni siquiera sabe que está hablando en voz alta—. Pero después de estos días peleando, ya sé la razón.
—¿Por qué fue? —el chico no se puede contener, necesita preguntarlo. En su día no le quiso responder. Simplemente le insultó y dejó pasar el tema.

—Yo quería hacerle daño. Estaba asustada porque quería herirle de verdad.

Silencio, hojas flotando, silencio. Parece que de repente el aire pesa más y que el tiempo se ha detenido solo para escuchar lo que ha dicho ella. 

—Así que no solo ladras. También te gusta morder.
—Supongo.
—Lo tendré en cuenta. 

1 comentario:

  1. Me gusta mucho como escribes y como narras las cosas, la verdad. A pesar de ser en presente, y eso que es raro y al principio me chirrió, lo manejas con mucha soltura y es muy agradable a la vista. También me gustan mucho la forma en la que tratas a los personajes y tus expresiones. En serio, muy chachi :)

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