Escribe un relato inspirado en una canción
Cuando golpea el rostro del tipo
nota como la nariz se rompe bajo sus nudillos y un chute de adrenalina le llena
de pies a cabeza. La sangre le salpica y parece agua bendita. El tío cae al
suelo quejándose y llorando como un crío de cinco años que se ha arañado las
rodillas al caerse de la bicicleta. Patético. ¿Y estos eran los chulos que
estaban atormentando al pueblo?
El segundo hombre corre hacia ella con
una navaja tan grande que podría hacerse pasar por un cuchillo jamonero. Alguien tiene complejo de tamaño. Estira
la pierna y le planta el pie sobre el pecho, empujándole con fuerza contra el
muro y escuchando como sus huesos se resienten y como ese capullo se convierte
en Nenaza nº2. Nenaza nº 1 sigue tirado en el suelo, gritando por su nariz y
por su orgullo varonil, incapaz de ayudar a sus compañeros a “darle” una
paliza.
Nenaza nº2 se recupera de su golpe y
vuelve a correr hacia ella, gritando como un animal que ha perdido el control. Como
si convertirse en un orangután le fuera a ayudar. Desde el día que decidió que
los eliminaría de su ciudad, estaban perdidos. No puede creer que la policía
haya sido incapaz de pillar a estos imbéciles. Quitarle una piruleta a un crío
es más difícil solo por su cabezonería.
De repente, Nenanza nº2 tira su
inútil arma y saca otra, moviéndola en el aire con velocidad y haciendo giros
absurdos que supone servirán para subir su ego. La chica apenas tarda un
segundo en reconocer el arma: una navaja de mariposa.
—Eh, yo tuve una de esas —dice con
una sonrisa en los labios, recordando los buenos tiempos con su padre—. Cuando
tenía seis años.
El hombre parece ignorarla y sigue
girando el arma entre sus dedos. Camina hacia ella y empieza a atacarla, aunque
sin mucho efecto. La chica se deja impresionar un poco y está un rato
esquivando los ataques. En uno de los ataques, consigue agarrarle el puño en el
aire y le roba la navaja, haciéndose con ella y presumiendo de agilidad.
—Creo que estoy un poco oxidada —dice
mientras mueve el arma a tal velocidad que el hombre acaba sacando una pistola
y le apunta a la cabeza, aunque solo consigue perder el arma y un dedo—.
Maleducado.
Nenaza nº 2 grita con todos sus
pulmones y le propina una patada en la cara para que se calle. La chica se
queda observando el panorama de los dos tíos en el suelo, soltando gemidos y
llantos y echa los ojos al cielo. Cada día el panorama de delincuentes es peor.
O que ella es mejor, aunque eso es evidente cada día. Les ata las manos a la
espalda y los arrastra hasta una esquina como la basura que son. Llama a la
policía y espera escondida hasta que el coche de patrulla aparece y se los
lleva. Con una sonrisa de satisfacción, vuelve a su casa. Hoy tocaba noche de
pelis y palomitas con su padre.
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