18.10.13

Sin dolor (Parte I)


Intentaba no mirarse la herida, intentaba aparentar que no sentía dolor, que no podía dar un paso más y borrar todo el miedo del rostro.  Pero no podía, sobre todo porque Alexander la conocía demasiado bien. Su rostro reflejaba dolor, a parte de toda la suciedad y sangre que se le había ido acumulando no solo en la cara, si no por todo el cuerpo. Estaba siendo más difícil de lo que esperaba. Puede que por primera vez en su vida estuviera temiendo realmente por la vida de su compañero. Porque en realidad la suya le daba igual. Su respiración estaba agitada, incluso intentaba no respirar, porque cuando lo hacia el cuchillo se introducía mucho más en su costado. Ni siquiera lo había visto venir, intentaba recordar de donde había salido pero no tenía ninguna imagen clara. La muchacha lanzó una rápida mirada al cuchillo. Apretó los dientes e intentó sacarse el instrumento pero con tan solo rozar el mango sentía un dolor tan insoportable que le era muy difícil mantener los gritos dentro de su boca. No sabía si había perdido mucha sangre porque no se sentía mareada. No se atrevía a congelar el cuchillo dentro de ella, no se atrevía ni a mirarlo. Cuando volvió a abrir los ojos Alexander la estaba mirando, parecía que haber regresado de donde quisiera que hubiera ido. Le sonrió como solo él sabía hacer en esos momentos y empezó a sacar vendas y botes de una bolsa. Elena lo miraba sin entender de dónde había sacado todo eso y que pensaba hacer, aunque se hacía una idea. Aunque fuera dolorosa. Se le empezó a agitar la respiración cuando vio que uno de los botes era lo que usaban en el campamento para sanar las heridas, un líquido bastante potente y doloroso. Más de una vez había tenido que salir de la tienda porque en vez de estar curando a la gente era como si los estuvieran torturando. Por suerte era efectivo.

-Tranquila - dijo el muchacho acariciando su rostro con una de sus cálidas manos y mirándola a los ojos. Elena sintió que por unos segundos se relajaba su cuerpo, momento que el muchacho aprovechó para sacar el cuchillo sin pensarlo. La joven consiguió mantener el grito en la garganta pero su cuerpo se inclinó hacia el del muchacho y aferró sus dientes al hombro de su amigo, mordiendo con todas sus fuerzas. – Como sigas mordiendo voy a perder un brazo – exclamó el joven fingiendo no notar dolor. Recordando por todo por lo que habían estado pasando, aquella mordedura era una cosquilla. – Ahora necesito que estés quieta.

La muchacha asintió tras haberse vuelto a apoyar sobre el muro de piedra que los mantenía escondidos del enemigo. Vio como el muchacho empapaba un paño en el líquido y cerró los ojos con todas sus fuerzas, deseando no estar en ese lugar y obligándose a pensar que seguramente no sería para tanto, que no dolería tanto. Pero en cuanto notó como el líquido rozaba su piel Alexander tuvo que tapar la boca de su amiga porque esa vez si que no pudo aguantar el grito. La joven tenía la boca abierta, exhalando gritos que chocaban contra la palma de su amigo. Notaba como le presionaba con fuerza pues notaba su cabeza presionada contra el muro. No lo culpaba. Entonces Alexander apartó un segundo la mirada de la herida cuando notó como una gota surcaba sus dedos. Elena estaba llorando. Deseó no tener que recurrir nunca a ese producto.

Tras unos largos minutos Elena sintió como el dolor iba disminuyendo hasta que notó como el muchacho apartaba las vendas mojadas de su cuerpo. Sus músculos se relajaron y durante unos minutos mantuvo los ojos cerrados, saboreando esa sensación tan agradable, casi podría decirse que sentía placer. Alexander guardaba todos lo que había usado de nuevo en la bolsa mientras Elena intentaba recuperarse del mareo que la medicina le había producido. Entonces sus ojos vieron como la bolsa con el material explotaba en un conjunto de llamas.

-Me he guardado algo de medicina por si acaso, es mejor no dejar pruebas – comentó el muchacho a pesar de que no le hubiera preguntado. Se acercó a la muchacha y cogió su rostro entre las manos. - ¿Estás bien? – La muchacha parecía estar ida, pero lo miró a los ojos y asintió levemente.

Alexander sonrió, pues era evidente que la muchacha no estaba todavía en condiciones para andar, sin embargo no podían quedarse allí. Según el mapa por allí tenía que haber un refugio, así que tomó a la muchacha en brazos y empezó a caminar todo lo rápido que pudo intentando no hacer caso a las explosiones y gritos que rodeaban la ciudad. 

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