18.10.13

Mantente fuerte

Este relato está dedica a mi querida María, Hoy es su cumpleaños y esta es la única manera que tengo de felicitarla o de hacerle un intento de regalo. Muchas felicidades, amor :3

Hace días que no sale de la casa, ni siquiera de su habitación. No quiere salir. No ha hecho más que poner en peligro a todas las personas que se han ido acercando a ella, y ya no puede soportarlo más. Su cuerpo se hace una bola debajo de las bordas mantas de la cama. Su cabeza, lo único visible de ella, dirige la vista hacia la ventana, por la que apenas entra luz debido a la persiana. El paso del tiempo se ha ido comiendo partes del objeto y cuando sale el sol solo entre por los agujeros disponibles. No sabe cuanto tiempo lleva en ese estado embrionario. No come, no bebe, no ve a nadie. Le dejan la comida en la puerta, pero nunca la coge. Sus ojos parpadean lentamente, adormilados. Disgustada por la luz, pues choca en sus ojos, se gira como puede bajo todas esas mantas pesadas. Sin embargo un grito sale de su boca cuando se encuentra a su amiga sentada sobre una silla, mirándola intensamente. 
- Me has asustado - exclama la joven mientras se vuelve a dar la vuelta hacia la zona de la ventana. No quiere hablar, y mucho menos con ella. 
- Me da igual que te des la vuelta, no me pienso marchar - sabe de sobra que así será.
- Haz lo que quieras.
La muchacha intenta contenerse. Su amiga está llevando las cosas a los extremos y no tiene ningún sentido. Ella no tiene la culpa de nada. De hecho su no hubiera sido por ella muchos de los que estaban en la casa estarían ahora mismo muertos. Pero no consigue que entre en razón. Claro, todos estamos mejor metidos en la cama haciendo como si los problemas no existieran. Por otro lado la entiende, pero la última opción siempre es encerrarse en su mundo, pues es la peor de todas. Coge aire y se levanta de la silla. 
-Annika, escúchame - dice casi con rabia. Aparta las mantas de golpe y debajo aparece un cuerpo delgado, acurrucado como un bebé. La joven se levanta corriendo para taparse pero su amiga la detiene con ambas manos - No puedes seguir así. Tienes que ser fuerte - Hécate se arrodilla en el suelo y la mira a los ojos. Se da cuenta que está más pálida de lo normal, y se nota el hecho de que no coma nada - Tienes que hacerlo por los dos. 
- No puedo - y sin poder remediarlo los ojos se le llenan de lágrimas con las palabras de su amiga. A Hécate se le parte el alma. - No soy capaz, no soy tan fuerte como tú. - La chica la abraza con fuerza, acariciando la cabeza de la chica con cuidado. Annika rompe a llorar en sus hombros.
- Yo no soy fuerte - susurra la chica al oído de la chica. Entonces rompe el abrazo para mirarla de nuevo a los ojos - Pero sí lo son los que me rodean, como tú. No quiero verte así, ¿me oyes? - Pienso por lo que pasó ella y por lo que sigue pasando y tiene que usar todas sus fuerzas para no llorar como la muchacha. - ¿Por qué no dejas que te ayudemos? - Annika lo piensa unos segundos y se limpia las lágrimas de las mejillas.
- No podéis hacer nada por él - intenta sonreír y aceptar la realidad, pero es demasiado dura para ella.
- Claro que si - dice Hécate guardando el rostro de la chica entre sus pequeñas manos - Pondré mi vida en encontrarlo, pero tienes que ser fuerte. No te puedes derrumbar, tienes que estar conmigo ¿de acuerdo? - la chica no dice nada porque no cree ser capaz de ver como pasan los días y seguir sin noticias del chico. - Prométemelo - le ordena Hécate. 
Esperan unos segundos en los Hécate cree que la chica la va a echar de la habitación para seguir llorando, pero se limpia los ojos y afirma con rotundidad. Ambas se sonríen y vuelven a unirse en un abrazo. Son amigas, pero los sentimientos que sienten la una por la otra son casi de hermanas, puede que de madre e hija, aunque muchas veces no se sabe quién es quién. Hécate se sienta en la cama con la chica y están unos minutos en silencio, abrazadas. Nota como la chica necesitaba desahogarse. No recordaba haberla visto llorar antes de esa manera y no permitiría que volviera a ocurrir. Hablan durante unos minutos. Hécate quiere que coma, que se duche y que vuelve a ser la de antes. Será difícil, si, pero para eso la tiene a ella. Se tienen mutuamente, pase lo que pase. 
- No sé como lo hiciste - empieza diciendo Annika antes de que Hécate se marche por la puerta para dejarla sola. La joven no entiende sus palabras y Annika lo nota. - No sé como pudiste pasar por todo tu sola. Pero si que eres fuerte. 
Hécate le sonría y sale cuanto antes del cuarto, pues cuando cierra la puerta tras de sí, los recuerdos vuelven a su cabeza y le hacen imposible controlar las lágrimas. 

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