Su mirada se perdía entre la multitud de la ciudad y sus manos seguían girando la cuchara hasta marear el café. Llevaba días en una especie de trance del que no había podido salir. Porque se lo habían quitado de su vida y ella no había podido hacer nada para evitarlo. Ella era la que tendría que haber estado en su lugar, era ella a quien tendrían que haber cogido. Su hermano no había hecho nada. Bueno si, el hecho de ser familia ya lo marcaba. Y la sangre, sobre todo la sangre. Maldecía a su familia, aunque ellos no tenían mucha culpa. Y se maldecía a ella misma. Nunca hubiera pensado que pudiera ser tan débil. El caso era que se había olvidado de su hermano, casi se podía decir que ella había seguido con su vida, solo preocupada en su propia felicidad y a él lo había dejado de lado, ¿por qué? Se odiaba más que nunca.
Sus propios gritos todavía le retumbaban en los oídos.
Dejó de marear el café y apoyó su frente sobre una de las manos. No quería
pensarlo más, pero esa escena le venía a la mente una y otra vez, como si
quisiera estudiarla al detalle, como si así fuera a sacar a su hermano de ese
lugar. Una gota salada cayó a la mesa, y luego otra, y al final tuvo que
secarse los ojos con la manga de su camisa.
Le habían dado la noticia que su hermano estaba en
busca y captura, como otros mucho. Pero sabía por qué lo perseguían a él. Querían
que ella diera la cara, la querían a ella. Le habían dicho que no saliera de su
casa, que no lo buscara, su hermano ya era mayorcito para cuidarse. No, claro
que no lo era. Solo era un chiquillo
asustado que no tenía donde ir para esconderse. Le daba igual que fuera una
trampa, le daba igual que la cogieran, su deber era protegerlo. Habían estado
años separados por culpa de su decisión, eso no significaba que no lo siguiera
queriendo. Más que exigirle le había suplicado que no fuera, pero la chica era
demasiado cabezota, sobre todo cuando se trataba de sus seres queridos. – Me da
igual que me cojan. No voy a dejar que lo toquen. – cerró la puerta con fuerza
y salió en su búsqueda. Creía saber donde podría estar, aunque seguro que ellos
la encontraban primero. No quería que nadie fuera con ella, era algo que tenía
que hacer ella sola. Corría por las húmedas y oscuras calles de Londres. Ni si
quiera había luna que alumbrara la ciudad. Hasta el cielo parecía tener miedo,
como si supiera lo que sucedía. – Mierda – exclamó en voz alta. No estaba allí,
¿entonces? Londres era demasiado grande para ponerse a buscarlo por toda la
ciudad. No habría revisado la mitad de la ciudad cuando ya estaría amaneciendo.
Sin embargo podía sentir a su hermano y a sus perseguidores, no debían de estar
muy lejos. Empezó a caminar cuando un gran rayo verde iluminó el cielo durante
unos segundos que fueron eternos para la chica. Corrió hacia el lugar y lo que
sus ojos encontraron fue una lucha con cientos de esas luces verdes y una
pequeña roja que parecía luchar contra todos ellos. Agitó con fuerza la madera
que sostenía en sus manos y una explosión enorme detuvo la lucha. Corrió en
busca de su hermano mientras los demás seguían intentando incorporarse del
suelo. El chico se había agachado al verla y la explosión no le había afectado.
Dios, estaba hecho polvo. No parecía él. Casi era puro hueso. No entendía como
había podido estar luchando él solo contra todos esos. Le tendió su mano para
que se levantara cuando alguien corrió hacia ella y la tumbó en el suelo,
agarrándola del cuello. Su varita cayó unos metros alejada de ella. Vio como
los demás cogían a su hermano mientras este les propiciaba algún que otro
golpe, pero ya no había nada que hacer. El hombre que la sujetaba se levantó
con dificultad, pues la chica no había parado de patalear y de hacer todo lo
posible para que la soltara, y si eso incluía mordiscos, pues los daba. La había
levantado unos centímetros del suelo, haciendo fuerza en su cuello, lo que
estaba haciendo que cada vez le costara más coger aire. – ¡Suéltala! – escuchó como
gritaba su hermano, y los demás rompían en carcajadas. Cuando notaba que iba a
perder el conocimiento cayó al suelo y el orangután que la había retenido salió
disparado. Dos hombres (uno mucho más mayor que el otro) aparecieron entre la
neblina de la noche ya agarraron a la muchacha, alejándola de su hermano. - ¡No!
– gritó, notando como se desgarraba su garganta. Sabían quienes eran, lo que no
sabía era que demonios hacían allí. Levantó la vista hacia su hermano y vio
como los hombres le golpeaban la nuca, dejándolo inconsciente. - ¡Angelo! –
dijo antes de desaparecer del lugar y encontrarse dentro de su casa. Sus gritos
empezaron a ocupar toda la casa, sin dejar que los hombres se explicaran. Uno
de ellos, el más joven, intentó tranquilizarla, pero era imposible, le habían
quitado a su hermano, y ellos no habían dejado que lo salvara. Les había dicho
que no fueran, no necesitaba su ayuda. Dirigió sus gritos hacia el hombre
mayor, que no había dicho nada. Empezó a empujarlo y a golpearlo, hasta que
este pudo coger sus muñecas para poder frenarla. La chica sentía como las
fuerzas se le escapaban por la boca. Sus rodillas flojearon y cayó al suelo con
el hombre agarrándola de las muñecas todavía. Sintió como la abrazaba con
fuerza y le transmitía el calor. No le gustaba que la consolaran, y no le
gustaba llorar. Pero aquella noche había sido la peor de su vida. Dejó que el
hombre la abrazara con fuerza mientras sus lágrimas le empapaban. Todavía no
podía creer lo que había pasado.
Abrió los ojos de golpe y se encontró al camarero
plantado delante de ella. Se secó las lágrimas y le dejó el dinero, sin esperar
el cambio. Salió del bar con los ojos hinchados y se dirigió hacia su casa. Estaba
decidido, iría a salvarlo. Con o sin ayuda.
¡Coño! ¡Hécate! xDDD
ResponderEliminarMe ha encantado, sabes que esta temática me encanta y además me encanta como escribes y me encanta como has descrito todo... ahora ya no me atreveré a escribir cosas de magia ._.
FRETGESGTSGGGHHF DIOS MIO.
ResponderEliminarDIOS, se me ha encogido el corazón y todo xDD Pobre Hécate y Angelo y dgsdfgfgf ojú, como ha molado <33
Me ha encantado leer algo que fuera de Hécate :33
Venga, ahora para la próxima un relato de un perro que por casualidad se llama Kiko (?) xDDDD
Beeesos gigantes, Maaaaaría <33
¡Pobre Angy! XD Y pobre Hécate, claro. Me ha gustado muchísimo, ya lo sabes, ya lo sabías antes de publicar. Eres perfect de la muerte. ¿Quienes eran esos señores malos? ¿Por qué querían a Hécate? ¿Dónde se han llevado a mi angelito? ¿Quienes son los adultos que reciben a Cat? Este lo tienes que seguir.
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