30.6.12

Canción quinta








Su mirada se perdía entre la multitud de la ciudad y sus manos seguían girando la cuchara hasta marear el café. Llevaba días en una especie de trance del que no había podido salir. Porque se lo habían quitado de su vida y ella no había podido hacer nada para evitarlo. Ella era la que tendría que haber estado en su lugar, era ella a quien tendrían que haber cogido. Su hermano no había hecho nada. Bueno si, el hecho de ser familia ya lo marcaba. Y la sangre, sobre todo la sangre. Maldecía a su familia, aunque ellos no tenían mucha culpa. Y se maldecía a ella misma. Nunca hubiera pensado que pudiera ser tan débil. El caso era que se había olvidado de su hermano, casi se podía decir que ella había seguido con su vida, solo preocupada en su propia felicidad y a él lo había dejado de lado, ¿por qué? Se odiaba más que nunca.

Sus propios gritos todavía le retumbaban en los oídos. Dejó de marear el café y apoyó su frente sobre una de las manos. No quería pensarlo más, pero esa escena le venía a la mente una y otra vez, como si quisiera estudiarla al detalle, como si así fuera a sacar a su hermano de ese lugar. Una gota salada cayó a la mesa, y luego otra, y al final tuvo que secarse los ojos con la manga de su camisa.

Le habían dado la noticia que su hermano estaba en busca y captura, como otros mucho. Pero sabía por qué lo perseguían a él. Querían que ella diera la cara, la querían a ella. Le habían dicho que no saliera de su casa, que no lo buscara, su hermano ya era mayorcito para cuidarse. No, claro que no lo era. Solo era un  chiquillo asustado que no tenía donde ir para esconderse. Le daba igual que fuera una trampa, le daba igual que la cogieran, su deber era protegerlo. Habían estado años separados por culpa de su decisión, eso no significaba que no lo siguiera queriendo. Más que exigirle le había suplicado que no fuera, pero la chica era demasiado cabezota, sobre todo cuando se trataba de sus seres queridos. – Me da igual que me cojan. No voy a dejar que lo toquen. – cerró la puerta con fuerza y salió en su búsqueda. Creía saber donde podría estar, aunque seguro que ellos la encontraban primero. No quería que nadie fuera con ella, era algo que tenía que hacer ella sola. Corría por las húmedas y oscuras calles de Londres. Ni si quiera había luna que alumbrara la ciudad. Hasta el cielo parecía tener miedo, como si supiera lo que sucedía. – Mierda – exclamó en voz alta. No estaba allí, ¿entonces? Londres era demasiado grande para ponerse a buscarlo por toda la ciudad. No habría revisado la mitad de la ciudad cuando ya estaría amaneciendo. Sin embargo podía sentir a su hermano y a sus perseguidores, no debían de estar muy lejos. Empezó a caminar cuando un gran rayo verde iluminó el cielo durante unos segundos que fueron eternos para la chica. Corrió hacia el lugar y lo que sus ojos encontraron fue una lucha con cientos de esas luces verdes y una pequeña roja que parecía luchar contra todos ellos. Agitó con fuerza la madera que sostenía en sus manos y una explosión enorme detuvo la lucha. Corrió en busca de su hermano mientras los demás seguían intentando incorporarse del suelo. El chico se había agachado al verla y la explosión no le había afectado. Dios, estaba hecho polvo. No parecía él. Casi era puro hueso. No entendía como había podido estar luchando él solo contra todos esos. Le tendió su mano para que se levantara cuando alguien corrió hacia ella y la tumbó en el suelo, agarrándola del cuello. Su varita cayó unos metros alejada de ella. Vio como los demás cogían a su hermano mientras este les propiciaba algún que otro golpe, pero ya no había nada que hacer. El hombre que la sujetaba se levantó con dificultad, pues la chica no había parado de patalear y de hacer todo lo posible para que la soltara, y si eso incluía mordiscos, pues los daba. La había levantado unos centímetros del suelo, haciendo fuerza en su cuello, lo que estaba haciendo que cada vez le costara más coger aire. – ¡Suéltala! – escuchó como gritaba su hermano, y los demás rompían en carcajadas. Cuando notaba que iba a perder el conocimiento cayó al suelo y el orangután que la había retenido salió disparado. Dos hombres (uno mucho más mayor que el otro) aparecieron entre la neblina de la noche ya agarraron a la muchacha, alejándola de su hermano. - ¡No! – gritó, notando como se desgarraba su garganta. Sabían quienes eran, lo que no sabía era que demonios hacían allí. Levantó la vista hacia su hermano y vio como los hombres le golpeaban la nuca, dejándolo inconsciente. - ¡Angelo! – dijo antes de desaparecer del lugar y encontrarse dentro de su casa. Sus gritos empezaron a ocupar toda la casa, sin dejar que los hombres se explicaran. Uno de ellos, el más joven, intentó tranquilizarla, pero era imposible, le habían quitado a su hermano, y ellos no habían dejado que lo salvara. Les había dicho que no fueran, no necesitaba su ayuda. Dirigió sus gritos hacia el hombre mayor, que no había dicho nada. Empezó a empujarlo y a golpearlo, hasta que este pudo coger sus muñecas para poder frenarla. La chica sentía como las fuerzas se le escapaban por la boca. Sus rodillas flojearon y cayó al suelo con el hombre agarrándola de las muñecas todavía. Sintió como la abrazaba con fuerza y le transmitía el calor. No le gustaba que la consolaran, y no le gustaba llorar. Pero aquella noche había sido la peor de su vida. Dejó que el hombre la abrazara con fuerza mientras sus lágrimas le empapaban. Todavía no podía creer lo que había pasado.

Abrió los ojos de golpe y se encontró al camarero plantado delante de ella. Se secó las lágrimas y le dejó el dinero, sin esperar el cambio. Salió del bar con los ojos hinchados y se dirigió hacia su casa. Estaba decidido, iría a salvarlo. Con o sin ayuda.  

3 comentarios:

  1. ¡Coño! ¡Hécate! xDDD

    Me ha encantado, sabes que esta temática me encanta y además me encanta como escribes y me encanta como has descrito todo... ahora ya no me atreveré a escribir cosas de magia ._.

    ResponderEliminar
  2. FRETGESGTSGGGHHF DIOS MIO.
    DIOS, se me ha encogido el corazón y todo xDD Pobre Hécate y Angelo y dgsdfgfgf ojú, como ha molado <33
    Me ha encantado leer algo que fuera de Hécate :33
    Venga, ahora para la próxima un relato de un perro que por casualidad se llama Kiko (?) xDDDD

    Beeesos gigantes, Maaaaaría <33

    ResponderEliminar
  3. ¡Pobre Angy! XD Y pobre Hécate, claro. Me ha gustado muchísimo, ya lo sabes, ya lo sabías antes de publicar. Eres perfect de la muerte. ¿Quienes eran esos señores malos? ¿Por qué querían a Hécate? ¿Dónde se han llevado a mi angelito? ¿Quienes son los adultos que reciben a Cat? Este lo tienes que seguir.

    ResponderEliminar