4.9.14

Fuego apagado. Agua seca.

Cuando Rike sale por la puerta de la habitación, el pelirrojo se levanta tan deprisa que durante unos segundos la cabeza le da vueltas. El hombre se acerca a Shander. Las ojeras parece que quieran cubrir todo su rostro. No hay un ápice de calma en el hombre.

—¿Seguro que quieres verla? —Pregunta cuando están a solas en el pasillo.
—Claro que sí —Shander no duda un momento de sus palabras—. Necesito verla.

Rike suspira y parece que todo el cansancio del mundo esté posado sobre sus ojos. No sabe cómo decirle a Shander que ver a Lyenna ahora mismo puede ser bastante impactante, sobre todo teniendo en cuenta que él todavía no está curado del todo. Pero sabe que el chico no va a cambiar de opinión ni aunque su propia madre le pidiera que se marchara.

—Ahora mismo está durmiendo.
—Solo quiera verla. No le molestaré.

El hombre se rasca la nuca unos segundos y después le abre la puerta al chico, con cuidado de no hacer ruido. Shander se lo agradece con un gesto de su cabeza y entra a la habitación, dejando que Rike vuelva a cerrar la puerta a su espalda.
Sus ojos tardan en acostumbrarse unos breves segundos a la oscuridad de la habitación. La única ventana de lugar está junto a la cama. La luz apenas entra por los pequeños huecos que quedan abiertos en la madera que tapa la ventana. Puede notar como una brisa cálida entra de vez en cuando y airea la sala, que huele a cerrado y a viejo. A saber cuánto tiempo tienen las instalaciones. No hay decoración algunas, las pareces son completamente grises. Ni siquiera hay cortinas o muebles. Tan solo una silla y una mesa viejas, que han perdido totalmente su color, y la cama de Lyenna. Por lo demás, la habitación parece una sala de máquinas, llena de cables y objetos que Shander nunca había visto antes. Un extraño y angustioso ruido llega a los oídos del pelirrojo y le pone los pelos de punta.
En un primer momento apenas se fija en la chica por culpa de la falta de luz, pero cuando se acerca a la cama, su respiración se corta de golpe y el alma se le cae a los pies. Cada una de las máquinas que hay se conectan a la chica a través de cables que entran y salen de su cuerpo. El ruido que está escuchando es la respiración de Lyenna. El rostro está totalmente pálido y chupado, como si llevara sin comer meses. Tiene cicatrices prácticamente en cada rincón de su cuerpo, y donde no, tan solo hay vendas y más vendas que la recubren de pies a cabeza. Shander no quiere imaginar lo que hay debajo de ellas. Las sábanas que cubren su pequeño cuerpo suben y bajan casi de manera imperceptible.
Se acerca con cuidado a la cama, temiendo que incuso el hecho de respirar la pueda despertar. Parece tan frágil que le da miedo hasta mirarla. Cuando le mira más de acerca, aparta la mirada unos segundos y cierra los ojos con fuerza, intentando contener las lágrimas. Se sienta en la silla, que cruje con fuerza cuando nota el peso. Toma la mano de la chica con delicadeza y se da cuenta que está totalmente áspera y seca, como si nunca hubiera probado el agua. Como si su propio poder la hubiera abandonado. O peor, como si la estuviera castigando por hacer lo que no debía. A partir de la muñeca, el brazo está completamente vendado hasta el hombro, ocurriendo lo mismo con el otro brazo.
Se pone a mirar todos los cables que hay conectados al cuerpo de la chica y le dan ganas de arrancarlos todos y sacarla de allí corriendo. Pero es evidente que es la idea más estúpida que haya tenido nunca. Se da cuenta que las manos están algo moradas, y se pregunta si los vendajes no estarán demasiado fuertes. De nuevo le dan ganas de quemarlos. Si mirases a la chica sin toda esa parafernalia parecería que no está tan grave. Una pelea que ha salido mal. Sin embargo, el verla allí tumbada, totalmente inmóvil, da una imagen mucho más dolorosa. Parece que Lyenna se vaya a desvanecer en cualquier momento y que tan solo vayan a quedar las máquinas desconectadas.
Lo único que parece seguir en buen estado en todo su cuerpo es su cabello. Tan negro y sedoso como siempre. Incluso parece más largo desde la última vez que la vio. ¿Cuánto tiempo llevan encerrados allí? Ni siquiera sabe en qué día viven. El hecho de que él también haya estado unos días en cama le han hecho desubicarse por completo. Enreda el cabello de la chica entre sus dedos agrietados por las heridas.
Quiere ver sus ojos. Echa de menos el azul intenso de su mirada.
Apoya el codo sobre la cama y deja su frente apoyada en la palma de su mano mientras con la otra no deja de soltar a Lyenna. La rabia le corroe por dentro, pero mucho peor es la frustración de no poder hacer nada por ella. Ahora entiende perfectamente a Margot y no tiene razones para enfadarse con la chica por lo que le soltó el otro día. De hecho no entiende como al chica se contuvo las ganas de pegarle. Él lo habría hecho.
De repente nota como los dedos de la chica se mueve y le acarician la mano como pueden. Cuando levanta la vista Lyenna tiene los ojos abiertos y le sonríe con las pocas fuerzas que tiene. Shander no sabe qué decir. No sabe qué hacer. Ni siquiera se puede creer que la chica está despierta. Debería salir corriendo a avisar a alguien, a avisar a Rike. Pero no puede. Prefiere que se queden los dos solos, al menos durante un tiempo, aunque sea muy breve. Cuando le sonríe se da cuenta que tiene los labios cortados y secos. Parece que se vayan a desangrar en cualquier momento.

—Hola.

La voz de la chica es irregular y ronca. Si tuvieras los ojos cerrados ni siquiera te parecería una chica hablando. Pero a Shander le da igual. El mero hecho de escucharla hablar hace que su corazón lata con fuerza de alegría. La mira en silencio durante un buen rato. Un rato tan largo que se casi se olvida de que Lyenna le acaba de hablar. Se tapa los ojos con una mano y llora todo el tiempo que necesita. Se recuesta sobre la cama y su llanto queda ahogada por las sábanas y las caricias de Lyenna.

—Eres el primero que llora delante de mí —dice la chica cuando Shander se ha calmado.
—¿Debería sentirme mejor por ello? —El chico todavía se seca los ojos cuando habla, algo más calmado.
—No —Lyenna se aclara la voz un par de veces antes se seguir, pero siguen igual de ronca—. Pero no me gusta que me escondáis cosas. Sé que estoy mal, no soy tonta.

Ni aunque hubiera querido se podría haber aguantado todas esas lágrimas. Esta ha sido la primera vez que ha llorado después de no sé cuántos días esperando alguna noticia de Lyenna. Las palabras de la chica quieren decir que ni su padre, ni su madre, ni Margot se han atrevido a llorar delante de ella. Seguramente porque temían que eso afectara todavía más a su estado. No querían que Lyenna les viera destrozados cuando ella es la que realmente lo está pasando mal.

—Menuda paliza me dio el cabrón —dice de repente Lyenna, acomodándose en la cama. Shander traga saliva. No sabe qué es lo que no debe contarle exactamente—. ¿Qué pasó con los tres tipos?
—¿No recuerdas nada?
—Después de que me clavara el cuchillo en el pecho no.

A Shander le recorre un escalofrío cuando la chica dice esas palabras. Habla como si el hecho de que te atravesaran el pecho con un arma fuera lo más normal de mundo, como si le pudiera pasar a todo el mundo. Pero no, le tenía que haber pasado a ella y él no había podido hacer nada para impedirlo.

—Tengo un recuerdo vago de alguien llevándome en brazos, pero me dijo Margot que era ella.
—¿Has hablado con Margot?
—Claro. ¿No te lo ha dicho?

El chico niega con la cabeza. Ni siquiera sabía que Lyenna se había despertado otras veces. Pero no puede enfadarse con Margot por no haberle dicho nada. Ni querría hablar con él ni querría dejar que la viera.

—Hace un par de días que no la veo.

Más concretamente desde que tuvieron la discusión, pero ese es un dato que de momento es mejor omitir. Lyenna estira el brazo algo tembloroso y acaricia el cabello del chico. Siente alivio al notar algo entre sus dedos que no sean esas sábanas viejas. Le acaricia el rostro con cuidado, pues sabe que sus manos ahora mismo no son demasiado agradables al tacto. Mira a Shander a los ojos. Está tan triste y apagado que ni siquiera parece él. El chico toma su mano y la besa.

—¿Por qué no has venido antes a verme?

Shander piensa todo lo rápido que puede. Podría darle un par de razones que bien serian verdad, como por ejemplo el hecho de que nadie le hubiera dicho que estaba despierta, o que Margot le odia ahora mismo y si por ella fuera él estaría bastante lejos de allí. No entiende por qué nadie le ha dicho nada.

—Mi madre me pidió que no me moviera hasta que estuviera recuperado del todo.

Miente.

—¿Te encuentras mejor? —Pregunta la chica con un tono de preocupación bien marcado.

Shander asiente y vuele a mentir. Ahora mismo se nota como si le hubieran arrancado cada hueso del cuerpo y los hubieran vuelto a colocar pero en un sitio equivocado.

—¿Te he dicho alguna vez que mientes fatal?

Shander sonríe después de mucho tiempo, pero sonríe de verdad.

—Sí, alguna que otra.

Se da cuenta que Lyenna a lo mejor ni siquiera sabe que no le han dicho que se había despertado otras veces. Se levanta de su asiento y se inclina hacia delante para besar a la chica en los labios, pero ella le detiene antes de que se acerque demasiado.

—Tengo un aliento espantoso.

Shander niega con la cabeza y reprime una risa. No puede creer que en su estado esté preocupada por su mal aliento. En el fondo, es la que mejor está llevando la situación. Mucho mejor que todos ellos juntos. Le acaricia el rostro y le mira a los ojos como si no hubiera nada más que admirar.

—Echaba de menos tus ojos.

Y bajo toda esa piel seca, delgada y pálida como la nieve, e incluso con la poca luz que entra en la habitación, Shander puede jurar que a Lyenna se le acaban de sonrojar las mejillas. Parece que por unos segundos su rostro recobre algo de vida y color.

—Dices cosas muy raras.
—Digo la verdad.

Shander le echa un último vistazo y la besa. Esta vez Lyenna es incapaz de deternerle, porque en el fondo está deseando que lo hiciera de una vez. Si hubiera tardado un poco más se habría acabado levantando ella de la cama para poder besarle y sentir algo del calor que tanto echaba de menos.
Los labios de Lyenna están más secos de lo que parecen, y cuando se besan parece que el chico esté besando algo totalmente opuesto a unos labios. Pero le da igual. A pesar de estar allí encerrada, el aroma propio de la chica entra de nuevo por su nariz y una sensación de calidez y nostalgia le recorre por completo. Por un momento se olvida del sitio en el que están y de estado de ella. Es como los besos de siempre, cuando se despertaban por las mañanas entre un lio de sábanas. Cuando Shander se separa, Lyenna le coge el rostro como puede, a pesar de no tener fuerzas ni siquiera para ese gesto, y vuelve a juntar sus labios. Casi había olvidado lo que le gustan los labios de Shander. El chico no se aparta y le devuelve el beso con gusto. Se vuelven a apartar y Lyenna se humedece los labios con la lengua. Parece avergonzada y a Shander le encanta. Es como si cada vez que se besaran fuera la primera vez. Como si Lyenna no consiguiera acostumbrarse a esa sensación que se produce en el estómago por culpa de un beso como ese. Ninguno de los dos dice nada y Shander se vuelve a sentar en su silla, tomando de nuevo la mano de Lyenna entre las suyas.

—Mi padre me dijo que los médicos no querían dejarte pasar por si tu calor me afectaba.
—No tenía pensado entrar a verte con el pelo en llamas, si eso es lo que les preocupaba.  

Lyenna intenta reírse, pero acaba tosiendo de tal manera que el chico le tiene que dar el vaso de agua de la mesa para que pueda aclararse la garganta. Le rellena el vaso y vuelve a beber, sin terminárselo esta vez.

—Cuando salga de aquí quiero patearle el culo a esos tres desgraciados.

Shander se remueve en la silla disimuladamente. Otra vez ha vuelto a ese tema y no le gusta. Como le siga haciendo preguntas al final se le va a notar de verdad que le está ocultando algo. Por lo que le dijo Margot, y por lo que ha podido comprobar hace unos minutos, la chica no recuerda nada. O eso es lo que parece. No le gustaría mentirle y que resultase que Lyenna tan solo l estaba poniendo a prueba para saber si podía confiar en él. Pero parece que realmente no recuerda nada, porque dos de esos tipos están muertos. Los mató ella misma.

—Esto no va a quedarse así. Nadie nos pega una paliza y se va de rositas.

Shander intenta pedirle que pare. No quiere que diga esas cosas porque ahora sí que no va a dejar que vuelva a encontrarse con esos tipos. Bueno, más bien con el único que queda vivo. Lo único que importa ahora es que ella se recupere, aunque el chico no tiene claro si alguna vez se recuperará lo que hizo la última vez. Su cuerpo se vio demasiado afectado. Nadie le ha dicho nada del estado de Lyenna. Solo puede usar como referencia la discusión con Margot y lo que le dijo antes de salir a la misión (que ahora puede calificar de misión suicida).

— Estoy de broma —dice después de un rato, viendo que el chico no dice nada.
—¿Qué?
—No soy tan tonta como para volver a ir a tras esos. Aunque no me importaría devolvérsela.

La habitación se vuelve a quedar en silencio, parece que el chico no está por la labor de entablar una conversación.

—¿Sabes lo que pareces ahora mismo?

Shander niega con la cabeza, sin saber a qué viene esa pregunta.

—Pareces una llama que está a punto de apagarse y hace todo lo posible por permanecer encendida, pero no puede porque no tiene nada que quemar. Y al final se apaga como si nada.
—Que comparación tan apropiada —dice tratando de ocultar la tristeza que Lyenna ya ha visto.
—Shander —la chica usa ese tono de esas veces en las que se pone realmente seria y con tan solo decir su nombre parece que le exija que le explique todo lo que le esté pasando por la mente. Pero esta vez sí que le pregunta, porque ver a Shander así no es normal—. ¿Qué te pasa?

Pero al chico le pasan tantas cosas que no sabe por donde podría empezar. Lo que tiene claro es que ahora no le va a decir nada, porque lo último que necesita Lyenna son preocupaciones ajenas. Pero está seguro de que la chica se hace una vaga idea (aunque solo sea vaga) de lo que le ocurre. La pregunta sería, qué es lo que no le pasa.
Antes de que Shander vuelve a abrir la boca, aunque solo sea para intentar cambiar de tema, la puerta de la habitación se abre y un par de mujeres con batas blancas (más bien grises, igual de feas que las paredes de la habitación) entran y le piden que se marchar, que Lyenna tiene que descansar y ya ha tenido suficientes visitas. Nota como la chica se agarra con fuerza a él. Pero esa fuerza es tan efímera que sus manos se separan sin ni siquiera quererlo ellos. Antes de marcharse le mira por última vez a los ojos y le quiere volver a besar, como antes. Pero no lo hace. 

Continuación de este relato

1 comentario:

  1. Comparada contigo, soy una blandengue que nunca les hace daño a sus personajes (dice la que está roleando un Hiccup con un boquete en el estómago, pero no pasa nada).
    Jo, en serio, echaba muchísimo leerte, sabes hacer que mis emociones se confundan, preocupación, tristeza, dolor... pero entonces haces algún comentario, me río, se besan y sonrío como idiota.
    No sé cuántas veces podré decirte que te odio por escribir estas cosas tan tristes, pero seguro que menos de las que puedo decirte que gracias por hacerlo.

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