12.1.14

Verdad amarga.

La rabia le corre por las venas como él lo está haciendo por las calles, empujando a todo aquel que se atreva a cortarle el paso. Las manos le arden, los ojos le brillan y el pelo parece fuego en estado puro. Alguien grita su nombre en la lejanía. Lo oye, pero está demasiado preocupado por gritar y enfadarse todo lo que pueda. Entra en la casa de golpe, asustando a su madre y haciendo que se le caigan unos platos de las manos. El padre de Lyenna baja las escaleras corriendo, parece que alguien haya entrado rompiéndolo todo a su paso.

—¿Shander?

El hombre ve como el muchacho va corriendo hacia su madre. Parece muy alterado.

—¿¡Cómo has podido mentirme?!

La mujer se queda paralizada.

—¡Y tú! Lo sabías desde el principio y nunca me dijiste nada.

Señala al hombre. Ninguno dice nada. Se dan cuenta de lo que está pasando, pero desean con todos sus fuerzas que no sea así.

—Shander, ¿qué ocurre? —Hace que el muchacho se gire de golpe hacia ella.
—¿Que qué pasa? Pasa que mi padre está vivo y nadie ha querido decirme nada.

La mujer se queda sin respiración y los ojos le empiezan a brillar. En ese momento Lyenna entra de golpe en la casa, gritando el nombre del muchacho. Llega tarde.

—¡Y tú también lo sabías! ¿Hay alguien más que lo supiera?
—Shander, escúchame…—  el padre de Lyenna intenta tranquilizarlo, pero el chico parece echar humo. Literalmente.
—¡Cállate!
—Shander, cariño, relájate.
—No quiero relajarme. ¡Me habéis estado engañando todos!   
        
El trio mira al pelirrojo, sin saber que decir para enfadarlo más. Está claro que lleva razón, pero si tan solo les dejara hablar lo podría entender. Mira a su madre, está tan enfadado que la mujer se asusta. El padre de Lyenna se acerca a la mujer, intentando tranquilizarla.

—¿Hacerle creer a un niño que su padre está muerto es acaso mejor que decirle la verdad? ¿Qué es un desertor?
—Shander, es más complicado de lo que crees.
—Oh, por supuesto —el chico saca su tono irónico, pero hace daño —. Por eso mismo se ha mantenido tan en secreto. No sé cómo no me enteré antes.

El chico se sobresalta cuando alguien le toca el hombro. Es Lyenna. Y el contacto de ambos hace que se dé cuenta de que su cuerpo está ardiendo. Aparta la mano de la chica de un manotazo y la mira fijamente desde que ha llegado. No está enfadado con ella. No tiene muy claro cómo se siente respecto a Lyenna. ¿Decepcionado? No. No lo sabe. La chica abre la boca para decir algo, pero la empuja a un lado y se marcha haciendo el mismo ruido que cuando entró a la casa. Lyenna no sabe si ir detrás del chico, quizás lo mejor es dejarlo solo un tiempo. Cuando gira sobre sus pies, la pobre mujer llora desconsolada sobre los brazos de su padre. Está segura de que si hubiera estado en el sitio de Shander, su enfado habría sido mucho peor.

***
Llama a la puerta de manera tranquila, casi sin querer hacer ruido. A los pocos segundos un muchacho con el cabello algo despeinado le abre la puerta y se queda mirándola. Le sonríe, era evidente donde tendría que buscar a Shander.

—No sé si querrá hablar contigo —le explica mientras le conduce hacia la azotea de su casa.
—Lo sé. Me da igual.

Aryon sonríe sin poder evitarlo. Hay muchas personas que no entiende como dos personas tan distintas como ellos pueden compartir, a la vez, tantas cosas. Son como dos gotas de agua, cada uno es único. Pero Aryon sabe que si ahora los separan, sería como arrancarles la mitad del alma a cada uno. Se siente afortunado de no haber sabido nada del tema del padre de Shander, no habría podido vivir consigo mismo si hubiera tenido que estar escondiéndole algo así a su mejor amigo. Le abre la puerta de la azotea  y la chica le da las gracias con tan solo una pequeña sonrisa. Cierra la puerta y los deja solos.

Shander está sentado en el suelo, no parece haberse percatado de la llegada de Lyenna. O más bien no quiere. La chica suspira, intentando pensar en algo con lo que empezar a hablar, pues es evidente que él no tiene ninguna intención.

—Tu madre está muy preocupada.

Se balancea de manera inconsciente sobre sus pies, hacia delante y hacia atrás. Se cruza de brazos, viendo como el sol está terminando su trabajo por hoy.

—Todos lo estamos —Shander sigue sin reaccionar —. Vamos Shander, no te hagas de rogar, que sabes que se me da muy mal consolar a la gente.
—No necesito que me consueles, así que ya te puedes marchar.

Lyenna intenta relajarse. Es verdad lo que acaba de decir. Nunca le ha gustado tener que animar a la gente, o ver como lloran delante de ella, o que le pidan consejo. En ese aspecto no sabe tratar con las personas. Es como si ella fuera incapaz de sentir nada cuando ve a alguien mal. Tiene el sensor de empatizar un poco roto. Siempre ha pensado que se debe a la marcha de su madre. Nadie le consoló cuando lloró, nadie le explicó que iba después de ser abandonada por tu propia madre. Ni siquiera su padre, no sabía cómo contarle algo así a su hija. Quizás es de familia.

—Sé que…
—No sabes nada. Que tu madre os dejara no quiere decir que sepas como me siento.

Pero Lyenna apenas reacciona a esas palabras. Hace mucho tiempo que no reacciona ante nada que tenga que ver con su madre. Ha conseguido neutralizar ese sentimiento.

—Estás enfadado con todos nosotros por haberte escondido algo así. Lo sé. Y lo siento.
—Más que enfadado estoy… —Shander intentan buscar la palabra adecuada —. Me siento traicionado. Por ti.

Lyenna no se esperaba eso.

—No vayas por ese camino porque los dos sabemos que acabarás perdiendo.
—¿Por qué?
—Porque lo de tu padre era algo que tan solo os concernía  a ti y a tu madre, yo no tenía ningún derecho en meterme en vuestra vida. Eso es algo que solo pertenece a vuestra historia.
—Entiendo que tu padre lo pudiera saber, pero ¿tú?

Lyenna suspira y se frota los ojos. 

—Cuando mi padre me dijo que viviríais con nosotros le pedí una buena razón para que no hubiera contado conmigo. Y me lo contó.
—¿Así de fácil?, ¿sin más?

La chica se encoge de hombros como respuesta, no sabe qué decir.

—Por eso al principio estaba tan arisca con vosotros —Shander mira a la chica, levantando una ceja —. Bueno, puede tú me cayeras un poco peor. Ahora tampoco es que me caigas muy bien.

Consigue sacarle una sonrisa al muchacho.  

—¿Entonces por qué no te vas?
—Lo quiera o no, seguimos siendo familia. Y, además —se acerca a Shander y le extiende una mano para que se levante del suelo— a veces es el hermano pequeño el que tiene que ayudar al mayor.

Shander le mira desde el suelo, y ve una sonrisa de victoria en el rostro de la chica. Pone los ojos en blanco, los dos saben quién ha ganado esta vez.  Le da una mano y la chica estira para que se ponga de pie. 

—Tan solo deja que tu madre se explique, ¿vale?

El chico asiente con la cabeza. Lyenna le sonríe, contenta de que haya entrado en razón. Shander levanta una de sus manos para estrecharla con una de Lyenna, pero la chica da un paso hacia delante y abraza al chico, teniendo que ponerse de puntillas. 

—Lo que ha pasado aquí no se lo puedes decir a nadie. Lo sabes, ¿verdad?
—¿Eso es una amenaza?
—Si.

—Estabas tardando demasiado. 

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