Otro relato doble, esta vez con El Luthier de las Palabras. Dos relatos iguales, pero con puntos de vista diferentes. No hay orden ninguno para leerlo, en ambos pasa lo mismo. Pero lo mejor es que leas ambos si quieres conocer la historia entera. Perdonad que las entradas nunca sean iguales. A blogger le gusta fastidiarme de vez en cuando.
Gracias por leer.
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Deja
caer el bolso lleno de ropa sobre el sofá, y Roxanne hace lo mismo. Tose
tapándose la boca cuando al caer sale una pequeña nube de humo. ¿A dónde
demonios la ha traído? Apenas le ha dado tiempo a coger algo de ropa limpia
antes de salir corriendo. Antonin le ha agarrado y le ha dicho que tenían que
marcharse. No sabía a dónde ni por qué. Y ahora están perdidos en medio de la
nada. Mire por donde mire solo hay árboles y extensiones kilométricas de
bosque. En la zona en la que está la cabaña apenas se ve el cielo por culpa del
follaje. La cabaña parece que no ha sido usada desde hace años. Algunos muebles
están tapados por sábanas que han perdido su color original y puede que incluso
su textura. Observa el salón mientras permanece sentada en el sofá. Las
ventanas están cubiertas de una capa espesa de suciedad, cerradas a cal y canto
por fuera. No hay ni televisión, ni radio. Nada que les pueda comunicar con el
mundo real. Roxanne nunca ha sido demasiado fan de este tipo de sitios para
pasar unos días, aunque es obvio que eso no son precisamente unas vacaciones. Están
allí por ella, nadie la puede encontrar. Teniendo en cuenta donde la ha llevado
está segura que no serán capaces de hacerlo.
Se
levanta del sofá y observa a Antonin a través del marco de la puerta. Lo nota,
sabe que pasa algo más que Antonin no le quiere contar. Odia conocerlo tan
bien, sentir que con cualquier gesto fuera de lugar puede significar algo que
no sabe. Está fuera, en el porche. Incluso de espaldas tiene una posición rara.
Está demasiado quieto, parece que no pueda doblar la espalda. Como paralizado. Quiere
salir y abrazarlo, pero no sabe por qué, no lo hace. Gira sobre sus talones y
toma la bolsa de ropa. Imagina que al menos habrá algún armario en el
dormitorio.
–Siento que no sea tan agradable
como la casa. – Comenta con una voz tranquila a su espalda tras haber
abandonado el porche. – Casi me había olvidado de este sitio. – Antonin gira la
cabeza, observando el salón. Quizás pasaba los veranos en este lugar con sus
padres, de pequeño. Y cuando todavía tenía contacto con ellos.
– ¿Y por eso tuvimos que salir
corriendo? – Roxanne sonríe con sus palabras, no pretende ofenderle, ni que piense
que está molesta. Todo este ajetreo es por ella. El muchacho le aparta la
mirada, no sabe dónde fijar los ojos. – Antonin, ¿ocurre algo? – Pregunta
finalmente Roxanne, viendo que el muchacho no tiene intención alguna de decirle
nada.
– No, claro que no. – Responde rápidamente,
mirándola de nuevo. Se acerca a la muchacha y le besa la frente. – Solo quiero
que estés a salvo. – Roxanne se pone de puntillas y le devuelve el beso en los
labios.
– Contigo siempre lo estaré. – Le dedica
una última sonrisa y se dirige hacia el dormitorio principal.
Esta vez
la bolsa llena de ropa cae sobre el suelo de madera, igualmente lleno de polvo.
Suspira cuando ve la habitación. Ni siquiera tienen colchón, tan solo están los
trozos de madera y metal que formaban una cama. Las ventanas vuelven a estar
cerradas por fuera, como si se temieran que pudiera entrar un leve rayo de luz.
De manera inconsciente se recoge el cabello en una coleta alta. La humedad del
sitio la está agobiando, a pesar de no hacer demasiado calor. De repente, su
cabeza se gira con un rápido giro, haciendo que el cabello baile en el aire.
Sale de la habitación corriendo. Antonin ha cerrado la puerta de golpe,
haciendo que resuene por todos los rincones de la vieja cabaña.
– ¿Qué
ocurre? – Pregunta extrañada, viendo como Antonin pega la espalda contra la
puerta.
– Escóndete en la habitación –
grita el muchacho mirando a Roxanne con los ojos como platos. – ¡Escóndete!
Durante
unos segundos Roxanne no es capaz de reaccionar, no entiende lo que le está
diciendo. Da unos pasos hacia atrás, chocando contra el marco de la puerta. Se
gira corriendo y hace por cerrar la puerta, pero esta no encaja completamente y
deja una pequeña rendija. Deja la puerta como está cuando escucha que alguien
irrumpe a la fuerza en la cabaña. Se pone nerviosa, ni siquiera se atreve a
esconderse en el armario por temor a que las puertas del mueble crujan. Se
queda pegada contra la pared, justo al lado de la puerta. Apenas entra un hilo
de luz por el hueco que la puerta ha dejado. Sus ojos apenas pueden vislumbrar
la bolsa de ropa. Gracias a Dios que la había cogido. Su corazón se encoge
cuando escucha golpes que derivan en un quejido de dolor de Antonin. Escucha
pasos, no sabe cuántas personas hay. ¿Son aurores? El corazón le late tan
rápido que siente que la podrían escuchar. Se tapa la boca con la mano cuando
empieza a respira demasiado fuerte.
– ¡Estate quieto! – grita una voz
masculina. – Ayúdame a sujetarlo.
A
Roxanne le tiemblan las piernas cuando en la ventana del dormitorio la escena
se ve reflejada, pero solo a medias. El hueco de la puerta es demasiado pequeño
para que se vea todo y la luz es no es la suficiente. Otra voz masculina habla,
pero está tan asustada que ni siquiera sabe lo que dice. Las voces son como
zumbidos en sus oídos. Los hombres dejan de hablar pero sigue escuchando como
Antonin se resiste. La chica se deja caer por la pared hasta quedar sentada en
el suelo. Traga saliva y espera no arrepentirse de lo que va a hacer. Se mueve
con sumo cuidado, con tanta lentitud que teme que se vayan a marchar de la
cabaña en cualquier segundo. Cuando uno de sus ojos se filtra por el hueco de
la puerta se encuentra a Antonin tirado en el suelo, con manos y pies atados.
Está tumbado boca abajo, con un hombre sentado sobre él, mientras que el otro
posa su pie sobre el cuello del chico, impidiéndole que se pueda levantar. Antonin
está mirando hacia la puerta del dormitorio. No sabe si la está viendo, si sabe
que le está observando, pero en su mirada puede asegurar que no hay un grito de
auxilio. Los hombres van encapuchados, con largas túnicas, algo más cortas que
las que llevan ellos. De repente, alguien se posa delante de la puerta. A
Roxanne se le paraliza el corazón, no es capaz de moverse, no quiere hacer ni
el más mínimo ruido. No sabe quién es el tercer hombre, es imposible
distinguirlo. Tan solo ha visto la cara del hombre que posa su pie sobre
Antonin, y no le suena. El nuevo encapuchado le corta la vista del muchacho
durante unos segundos. Entonces, se agacha y se queda de cuclillas. Intenta
concentrarse para saber qué dice, pero apenas escucha la voz. Es como un leve
susurro del viento. Antonin consigue levantar la cabeza del suelo cuando el
hombre quita su pie. Le responde el encapuchado, pero no entiende nada de lo
que dice, ni siquiera le ve bien.
¿No
debería ayudarle? Si consigue quitar a los tipos de encima de Antonin él podría
coger su varita, ella se encargaría del otro tipo, el que habla con él. Podría…Podría
arriesgar su vida para nada, acabarían peor de lo que están ahora mismo. Y ha
visto los ojos de Antonin. Casi le estaba prohibiendo que se moviera. Antonin
no necesita ayuda, y lo último que quiere es que unos aurores sepan que ella
está ahí. Se supone que está desaparecida, ni siquiera tienen que saber que
está con él. Además, si lo supieran estarían registrando la cabaña. Vuelve a
esconder el rostro y apoya la cabeza sobre la pared. Un último sonido resuena
en el salón durante unos segundos y a continuación lo único que puede escuchar
es a los pájaros de fuera. Espera apenas un par de minutos que se hacen
eternos. Cuando se vuelve a asomar puede ver la puerta de la cabaña tirada en
el suelo, dejando que una leve brisa entre y mueva el polvo del suelo. No es
capaz de salir de la habitación. ¿Y si vuelven? No, no, maldita sea. Es una
mortífaga, ¡no le puede tener miedo a un puñado de aurores canosos!
Se
levanta del suelo apoyándose en la pared. Le tiembla todo el cuerpo, nunca
antes había estado en esa situación. No tenía miedo de los aurores, lo que le había
dado miedo era no saber qué hacer cuando ha visto a Antonin tirado en el suelo,
débil. Sabe defenderse sola, pero desde que está con ellos, él ha sido su apoyo y su mentor. Nunca había estado tan solo
como en este preciso instante. Sale al salón, abriendo la puerta despacio. Se
siente tan indefensa sin Antonin a su lado. Como si le hubieran quitado el
único escudo bueno que tenía. Ve la punta de la varita del muchacho bajo el
sofá. Ni siquiera le ha dado tiempo a usarla. La toma del suelo y la guarda
junto a la suya. Se deja caer en el sofá, como el cuerpo pesado de un muerto. En ese instante nota que se ha sentado sobre algo. Se mueve, pero no hay nada en el sofá, está dentro de su pantalón. Mete la mano en el bolsillo y saca un papel del que cae un colgante al suelo podrido de madera. Lo recoge mientras abre el papel. Lo mira por encima, es la letra de Antonin, pero algo descuidada:
La chica vuelve a doblar la carta con los ojos apunto de estallar en lágrimas. La deja sobre su regazo mientras observa el colgante. No tiene nada extraño, ningún mecanismo que lo abra, no brilla cuando prueba un par de cosas en voz alta. No sabe que significa, solo que lo debe llevar puesto, y se lo cuelga. Sabía que pasaba algo, y Roxanne tenía razón. Y sin embargo no ha podido hacer nada, solo mirar y asustarse como una estúpida. Se limpia los ojos con el dorso de las manos y toma de nuevo la bolsa de ropa de la habitación. Tiene que seguir las instrucciones de Antonin y huir. Debe esperar hasta el día en el que salga de nuevo. No importa cuanto tiempo sea.
Roxanne…
Si lees esto es porque ya es demasiado tarde. Sé que tendría que
habértelo dicho antes y lo siento. Acabo de recibir una carta de Lucius Malfoy.
El juicio de Igor Karkarov no fue bien. El muy cabrón nos delató, dijo unos
cuantos nombres, entre ellos el mío… No puedo decirte nada, no puedo
preocuparte después de todo. Sé que ese sitio en el que ahora estás (espero que
nos haya dado tiempo a llegar) no es el más adecuado para ti. Te mereces algo
mejor, nada como una cabaña o un piso en mitad del Londres muggle.
Me llevan a Azkaban, Roxanne. No sé qué me harán ahí, sé que voy a
estar mucho tiempo, pero saldré… Saldré a buscarte, nunca nadie ha podido
separarnos y esto no lo hará. Huye, corre y escóndete donde sepas que nunca van
a encontrarte. Este lugar no es seguro, no es seguro ninguno de los sitios que
hayan sido relacionados con los mortífagos. Tienes que irte, ten seguro que
vayas a donde vayas te encontraré y volveremos a estar juntos. No te librarás
de mí tan fácilmente.
Lleva el colgante siempre contigo.
Te quiero, Roxanne, por siempre y para siempre.
Antonin Dolohov
La chica vuelve a doblar la carta con los ojos apunto de estallar en lágrimas. La deja sobre su regazo mientras observa el colgante. No tiene nada extraño, ningún mecanismo que lo abra, no brilla cuando prueba un par de cosas en voz alta. No sabe que significa, solo que lo debe llevar puesto, y se lo cuelga. Sabía que pasaba algo, y Roxanne tenía razón. Y sin embargo no ha podido hacer nada, solo mirar y asustarse como una estúpida. Se limpia los ojos con el dorso de las manos y toma de nuevo la bolsa de ropa de la habitación. Tiene que seguir las instrucciones de Antonin y huir. Debe esperar hasta el día en el que salga de nuevo. No importa cuanto tiempo sea.
CLICK PARA LEER EL FINAL (ANTONIN)
Me encantooooooo
ResponderEliminarAyyyy Ayyyy Ayyyyy precioso y triste a la vez T.T Pobre Anto y Rox, intentaron estar juntos y al final los han separado D: Y ni siquiera pudieron despedirse... Aunque Anto le dejó esa carta, pero no es lo mismo D: Eso sí, la carta es *-* La parte en la que Anto se pone romántico, claro xD
ResponderEliminarMe hubiera gustado ver la reacción de Rox al saber que su hermano estaba ahí xD Me pregunto si hubiera hecho algo. Y también qué hará ahora Rox ahora que Anto no está fdfggrfhhg Jo, si es que pobre, se ha quedado sola D:
El relato está genial, me gusta eso de leer el punto de vista de cada personaje, siento que me meto más en la historia xD
¡Besos gigantes, María! :3
Qué genial. Leyendo ambos puntos de vista se comprende mejor :) El papel que le mete Antonin en el bolsillo, por ejemplo, cuando he leído el otro relato me he quedado como: ¿y no dice lo que es? xDD Pero sí :3 Con la perspectiva de Roxanne :) Me ha gustado muchomucho el relato, de verdad. Como dice María, es precioso y muy triste al mismo tiempo. ¡Pero, eh, que algún día Antonin conseguirá salir de Azkaban! Y volverán a estar juntos, seguro.
ResponderEliminar¡Un abrrrrrrrrazo!
Awww, qué bonito Andi. Sin llegar a lo pasteloso es perfecto. Perfecto.
ResponderEliminarYa me he leído el de Yeray, y ahora entiendo todo mucho mejor [aunque como le he comentado a él, siento que esto está sacado de un rol y me falta leer la ambientación (?)]. Aún así es muy bueno, mantiene la tensión de principio a fin, aunque ella esté encajonada en una habitación mantiene la intriga.
Se me olvidó ponerle a Yeray algo, así que te lo digo a ti: QUÉ PUNTAZO QUE EL HERMANO DE ELLA APAREZCA Y SEA UN AUROR sgdggafsd. Supongo que a otros que conozcan la historia no les habrá impactado tanto como a mí, por eso lo hago saber. Porque si fuera un libro, ahí estaría el punto de gracia. Y es que de aquí se pueden sacar muchas cosas buenas...
Un abrazo, cielo.