6.12.10

Felix.

Eran las 12 de la noche, en un sábado frío de diciembre. Estaba terminando de abrocharse el abrigo cuando noto algo en el bolsillo de su pantalón vaquero. Era un sobre en el que ponía Durex. Lo tiró en la mesa de la entrada, con una  cara de desprecio y diciendo bah, no es mi problema . Echó la llave de su casa y fue a tomar el ascensor. Genial, no funcionaba. Bajar las escaleras desde un quinto piso no molestaba, pero subirlas era otro tema.
Arrancó su hyundai deportivo negro y se dirigió hacia el mismo lugar de todos los sábados. Era uno de los mejores clientes que podían tener las chicas, tanto porque iba todos los sábados y siempre pagaba bien, aunque a veces era demasiado exigente.
Entró por la puerta del burdel, escondido en unos de los muchos callejones de la ciudad. Aun así, era un callejón muy conocido, sobretodo por los hombres. Hombres como él, solteros, casi solitarios, sin amigos, sin nada que hacer un sábado por la noche, y encima con ese frío.
Fue recibido por la señoreta mayor, la Madame. Era mucho mas alta que él, pero ademas, llevaba unos grandes tacones que aumentaban mucho mas su estatura, realzando su figura delgada y hoy, con su cabello largo cayendo por su espalda. Madame nunca trataba con hombres, a menos que fueran casos muy especiales, su trabajo era ocuparse de que los hombres que iban allí, estuvieran bien acompañados por sus señoretas, como eran conocidas y el nombre que les dio ella. Todas ellas eran chicas guapas, altas, seductoras. Mujeres muy agraciadas en sus físicos. La mas pequeña tenía 19 años, y era el ojito derecho de Madame. Esta muchacha nunca tuvo familia, y siempre iba de casa de acogida a otra. Afortunadamente, tuvo la suerte de encontrarse con Madame una noche, cuando unos tipos estuvieron a punto de violarla. Los hombres se solían interesar por ella, pero Madame nunca la dejaba, la trataba como la hija que nunca tuvo.
Félix, su mejor cliente, estuvo un tiempo encaprichada con ella, pero al final encontró otras muchachas mucho mas jugosas y que conocían mucho más el oficio.
Esa noche, decidió coger a Dina, una muchacha con un acento muy curioso, casi francés. Todas allí eran muy guapas, pero ella era una de las preferidas por casi todos los hombres. Su precioso cuerpo estaba formando por unas marcadas curvas, unos pechos perfectos y unas piernas que le quitaban el hipo a cualquiera de ellos. Tenia una melena pelirroja y rizada que le llegaba hasta los riñones. Sus ojos, de color miel y con grandes pestañas, hipnotizaban a los hombres deseosos de placer y desesperados. Era tal la pasión que despertaba en los hombres, que en menos de un mes, había conseguido ganar lo que dos de ellas juntas es un mes. Aun así, no la envidiaban, eran como una gran familia femenina, y siempre se apoyaban unas a otras, ya que aparte del dinero de los hombres, la Madame también les pagaba. Ellas si que no habían notado la crisis. Es más, parecían ganar más.
Subieron las adornadas y antiguas escaleras del burdel sin prisas, Félix iba a disfrutar como nunca. Dina nunca había estado con él, pero eso no le preocupaba, aún por los rumores de sus compañera. La mayor parte de las veces solo pensaba el dinero, le daba igual el hombre, su edad, o incluso si era una mujer, que solo un par de veces había pasado.
Todas las habitaciones eran distintas, y estaban adornadas de tal manera que fueran perfectas para las ocasiones. La suya tenia la pared pintada de rojo pasion con unos dibujos negros por toda ella. La cama era bastante grande y cómoda. Tenia un dosel, del que colgaban unas telas delicadas de seda, la más cara. Encima de la cama, un cuadro colgado, de una mujer haciendo un estriptis, aun asi, era muy bonito. En la mesilla de noche, un gran jarrón con adornos chinos y unas bellas rosas rojas, aromatizando el cuarto.
Felix tiro su chaqueta de cuero sobre el baúl a los pies de la cama. Mientras, Dina se dirigió al baño que tenia el cuarto, para prepararse. Espero que estés preparado, dijo Dina con su voz sensual abriendo lentamente la puerta y dejando a la vista el camisón tan corto que se había puesta, dejando las piernas totalmente al descubierto. Era de un negro transparente, que permitía ver su ropa interior roja. Félix, viendo a la mujer más bella delante de él, se empezó a quitar el cinturón ,mostrando en su rostro una sonrisa de poder y satisfacción adelantada. Será una buena presa, pensaba mientras veía como Dina dirigía sus sensuales andares hacia la cama.


2 comentarios:

  1. buuufff muy bien descrito chica! escribes genial ;)
    y pesado para nada, yo ya quiero saber qué pasa a continuación...

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  2. JO MUCHISIMAS GRACIAS!! no sabia que escribia tan bien xDDD aveces pienso que mis descripsiones no son correctas, porque por ejemplo empiezo de una manera y luego uno un vocabulario que no puede ser correcto como lo feu el inicio, pero muchisimas gracias!!!!!! mañana subire lo siguiente! tengo que aprovechar antes de volver de nuevo con las clases! Que sepas que siempre aceptare cualquien consejo! ;))))

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